El legado de Calderón, vigente
La guerra emprendida por el ex presidente Cal- derón contra las organizaciones criminales, en particular las del narcotráfico, no ha concluido. En los últimos meses la violencia ha repuntado. En agosto pasado la cifra de homicidios dolosos rebasó los mil 800, equiparándose con los meses más letales del sexenio anterior. En lo que va de la actual administración, el número de homicidios ronda ya los 74 mil y no se encuentra lejos de los 121 mil que se registraron entre 2006 y 2012. La administración calderonista sacó a las fuerzas armadas de sus cuarteles desde el principio de esa gestión. Las primeras batallas fueron en Michoacán y Guerrero, para des- pués extenderse por una buena parte del territorio nacional. Una decisión que fue tomada en aras de compensar el enorme déficit de legitimidad con el que el ex presidente asumió el poder.
Es cierto que entre 2011 y 2015 hubo alguna disminución en los niveles de violencia. Sin embargo, en los meses recientes se ha recobrado un ímpetu renovado que no solo sume a varias regiones del país en la inseguridad y en la zozobra, sino que tiene un impacto sobre la economía. Así lo demuestra una investigación del Institute for Economic and Peace. De acuerdo con una investigación realizada en 163 países, México se ubica en el lugar 140 en un Índice de Paz Global, cuya construcción tiene como base 23 indicadores que consideran la medición del conflicto interno, la seguridad ciudadana, la militarización y la eficacia del sistema judicial, entre otros (http://economicandpeace.org/research). México supera a países como Guatemala y Honduras, y compite con Afganistán, Pakistán y Venezuela, situados, respectivamente, en los lugares 160, 153 y 143. En contraste, los países más pacíficos del orbe son Islandia y Dinamarca (1 y 2); en América Latina destaca Chile (23).
México es uno de los 30 países del mundo donde la violencia y la inseguridad que experimentan tienen efectos adversos en su economía. En 2015, el costo económico ascendió a 2.2 billones de pesos, lo que representa alrededor de 17 mil pesos por habitante y equivale, aproximadamente, a 13 por ciento del Producto Interno Bruto (El Economista, 30/VIII/16). La inseguridad, la violencia y la impunidad (México tiene un sistema judicial en extremo deficiente) se combinan para inhibir la inversión productiva y, con ello, el crecimiento económico y la generación de empleos.
A poco más de dos años de que finalice el sexenio de Peña Nieto es más que necesario atacar la violencia y la inseguridad. Repensar la estrategia contra la delincuencia tanto la organizada como la otra. Esa debería ser una de las prioridades en lo que resta de esta administración. De no ponerla en marcha, se corre el riesgo de frenar aún más el crecimiento económico y validar un legado calderonista que dejó inseguridad, muerte e impunidad, bajo la falsa premisa de que era mejor una guerra que quedarse cruzado de brazos. Corregir el rumbo de este sexenio tiene que orientarse (por algún lado hay que empezar) a mejorar la posición del país en el índice Global de Paz. M
Es necesario atacar la violencia y la inseguridad. Repensar la estrategia contra la delincuencia. Esa debería ser una prioridad en lo que resta de esta administración. De no ponerla en marcha, se corre el riesgo de frenar aún más el crecimiento económico