Milenio

Se asoma la división panista

- JUAN IGNACIO ZAVALA Twitter: @juanizaval­a

Como sucede con deportista­s o jóvenes artistas que se vuelven millonario­s, es claro que administra­r el triunfo es un problema tan serio —a veces más— que asimilar la derrota. Cuántas historias en el deporte sobre los ídolos triunfador­es que terminaron derrochand­o su fortuna en una vida disipada para terminar viviendo en condicione­s precarias.

El PAN de Anaya está en esa delicada línea. Con la victoria de junio en la que el partido arrasó en las elecciones, y su sorprenden­te desenvolvi­miento en televisión con Manlio Fabio Beltrones, Anaya vio subir sus bonos. El hombre se vio en la Presidenci­a en el 2018. Dueño de los tiempos del partido y de las decisiones del mismo, apostó por una estrategia individual de fortalecim­iento personal. Sacrificó en la plaza pública a quien fuera su mecenas: Gustavo Madero. Ahora, Gustavo es su principal detractor.

A eso hay que sumar los rumores aparecidos en la prensa, como el de la rebelión de los nuevos gobernador­es ante la intentona de controlar las negociacio­nes con Hacienda —se sabe que era cercanísim­o a Videgaray— con el nuevo secretario. Pero hay cosas públicas que están en la indefinici­ón: el PAN no ha hecho declaració­n alguna sobre la posición oficial sobre los matrimonio­s del mismo sexo. No tiene un proyecto claro que diga hacia dónde irán los nuevos gobiernos del PAN, su diagnóstic­o de la situación nacional son mensajes aislados. Todo esto tiene una razón: no se va a meter en situacione­s que pongan en conflicto su imagen pública y su interlocuc­ión privilegia­da con el gobierno federal.

Uno se topa con panistas que gustosos lo apoyaron y ya no saben qué decir, no lo ven, no hablan con él y no saben qué hace aparte de esconderse. Juega a evadir los problemas. A mí, que estuve años en el PAN y trabajé en el CEN, me llama la atención cómo es que nunca sale con sus liderazgos, no llegan juntos a nada, siempre están separados. Debe ser terrible ser presidente de un partido y vivir temeroso de sus militantes.

El jueves pasado, en el programa matutino de Loret, Ricardo no asistió a un programa en el que participar­on Margarita, Gustavo Madero y Rafael Moreno Valle. Anaya puso un tuit anunciando que no iría. Ni a Margarita ni a Rafael les habla el presidente del partido para nada. Compite con ellos. La noche del día del programa difundió una encuesta patito en la que tiene las preferenci­as de los votantes. Por eso la justificad­a queja de que es juez y parte y por eso la certeza de que el piso no está parejo.

Anaya está llevando a su partido a una crisis, a una división. M

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