El Museo Altemps recupera la figura del famoso Antinoo
Murió en el Nilo y fue amante de un emperador, se le adoró como un dios, su fama perduró, su figura fue un canon de belleza y ahora Roma recupera su rostro con la recomposición de un busto, el de Antinoo, que estaba partido en dos. El Museo Altemps de Roma exhibe próximos el uno al otro dos fragmentos de mármol de Carrara que una vez estuvieron juntos: el busto de un joven con una cara añadida después de la fractura de la pieza y el rostro original, la cara de Antinoo.
Aunque este es en realidad el final de una historia que comenzó en 2005, cuando el egiptólogo William Raymond Johnson, de la Universidad de Chicago y con una larga carrera arqueológica en Luxor, visitaba el museo romano y analizaba un busto que le dio que pensar. “Él sabía que estaba aquí, había venido a ver el Antinoo y cuando se encuentra delante de nuestro busto (...) percibe una posible correspondencia de la cabeza-retrato que está en Chicago con nuestro busto que presenta un rostro restaurado”, explica Alessandra Capodiferro, directora del Altemps. “El caso es que llama a sus colegas de Chicago y dice: pienso que existe una posibilidad de que el rostro expuesto en Chicago pertenezca al busto expuesto en el Altemps”, recuerda Capodiferro. “De pronto nos entusiasmamos”, cuenta Capodiferro al recordar cómo comprobaron que los rizos del cabello del busto de Antinoo correspondían con los del fragmento conservado en la ciudad estadunidense. Esos cabellos rizados —un elemento distintivo en la iconografía de Antinoo— sirvieron de punto de partida para elaborar un modelo en 3D que permitió “unir” en una reproducción las dos piezas que, por fin aunque no en el mármol original, pudieron recomponerse. “Los rasgos respecto al canon de la representación de Antinoo son reconocibles, es decir, el peinado, los ojos, ese rostro un poco con esa expresión turbada”, afirma Capodiferro.
No se puede decir, sin embargo, que la imagen del Antinoo que se puede ver ahora tenga algo que ver con el joven que conquistó al emperador Adriano. “En este caso estamos frente a una idealización de la figura, reconoce Capodiferro.m