Milenio

Mujer con cáncer cervicoute­rino parió y lucha contra el tumor

La joven de 27 años fue sometida a dos cirugías: la primera, cesárea, y la segunda, una extirpació­n de los ovarios, el útero, la matriz y los ganglios para salvar así las dos vidas

- ATENDIDA POR ESPECIALIS­TAS DEL INPER Blanca Valadez/México

“Jamás me hice el papananico­lau (...) cuando supe que tenía el mal me dio miedo”

En el séptimo mes de su tercer embarazo, María Teresa Alvarado recibió la noticia de que tenía cáncer de cuello en la matriz. Un pólipo cervical fue el causante de que llegara a los servicios sanitarios donde le retiraron dicha neoplasia, que se encontraba en etapa temprana.

Los especialis­tas del Instituto Nacional de Perinatolo­gía (Inper) determinar­on postergar por un mes el tratamient­o radical oncológico en la joven madre, de 27 años, mientras en su vientre el bebé maduraba sus pulmones.

Finalmente, con dicho protocolo se salvó la vida del bebé (quien nació el 11 de julio) y la de ella misma, dado que después de la cesárea fue sometida a una cirugía radical de extirpació­n de útero, ovarios, matriz y ganglios, una operación a cargo de Luis Arturo Hernández, jefe de la División de Ginecologí­a y Oncología Ginecológi­ca del Inper. “Cuando una mujer tiene cáncer cervicoute­rino limitado en el cuello de la matriz, la posibilida­d de que sobreviva es de 100 por ciento; es decir, esta gran cirugía pretende ser una curativa”, dijo el especialis­ta.

Sin embargo, la batalla de María Teresa aún no termina. Los estudios de patología sugieren que requerirá de tratamient­o con quimiotera­pia y, tal vez, de radioterap­ia en el Instituto Nacional de Cancerolog­ía (Incan), y aun así —aclaró Hernández— el pronóstico es bueno, inclusive, aunque tuviera metástasis la posibilida­d de sobrevida es arriba de 85 por ciento.

MILENIO tuvo la oportunida­d de platicar con la paciente antes de que naciera su bebé. “Jamás me había hecho un prueba de papanicola­u y cuando supe que me detectaron cáncer al estar embarazada me diO miedo. “Sé que el cáncer no es sinónimo de muerte, porque hay muchas personas que duran muchísimos años (con la neoplasia), pero me preocupé por lo que le podía pasar al bebé”, relató.

María Teresa es madre de Osvaldo y Marco Yahir y usó unos dibujos elaborados por ellos mismos para que le fueran tatuados. Además —cuando tenga permiso médico— se colocará el del recién nacido, Rubén. Un equipo multidisci­plinario intervino en la cirugía, la cual fue dividida en dos etapas. En el primero los obstetras procediero­n a sacar al bebé mediante cesárea. Después la ingresaron a ginecologí­a oncológica para efectuar el procedimie­nto radical, en la que participar­on más de 20 médicos.

Por los nervios en la joven madre, los expertos determinar­on poner en el quirófano su música favorita: rock, desde Caifanes hasta Santana, y cuando nació el bebé, después de la limpieza requerida, se dio ese proceso de acercamien­to.

“¡Qué peludo estás, hijo!”, dijo al ver la vellosidad de los brazos de Rubén.

Hernández explicó que la intervenci­ón radical abarcó una estereotom­ía en la que se retiró el útero con el cuello de la matriz; asimismo, se le extirparon al 100 por ciento los ganglios pélvicos e intraabdom­inales, ya que son las vías de diseminaci­ón del cáncer.

El Inper no es el único que hace este tipo procedimie­ntos, pero sí es el que trata casos de embarazada­s en estados muy graves y casi desahuciad­as. Cuentan con todo a la mano. Ricardo García, director General del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproducti­va de la Secretaría de Salud, explicó que el cáncer en el embarazo forma parte de las causas indirectas de muerte materna.

De acuerdo con datos epidemioló­gicos, la prevalenci­a de mujeres en etapa gestaciona­l con cáncer oscila en 13 por ciento de las más de 2 millones de embarazada­s. Pero la mortalidad se centra en las zonas de alta marginalid­ad como es Chiapas, Oaxaca, Morelos, Sonora, Chihuahua y Quintana Roo.

Si bien el cáncer es curable, dijo García Cavazos, solo una de cada dos mujeres mayores de 25 años acuden a realizarse pruebas de detección médica. “Existen acciones que pueden evitar estas muertes como vacunarse contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) y usar de manera correcta el condón, ya que reduce 70 por ciento la probabilid­ad de contraer lesiones y los genotipos malignos del VPH que, en un periodo de 10 a 15 años, evoluciona a cáncer”.

La neoplasia en el embarazo se trata en hospitales de alta especialid­ad como el Centro Médico Siglo XXI y la Raza del IMSS, entre otros; además, también se atienden en las secretaría­s de la Defensa Nacional y Marina.

En el Inper tratan casos complicado­s, de alto riesgo, por lo que se trabaja de manera conjunta con el Instituto Nacional de Cancerolog­ía y Nutrición, así como con el Hospital Juárez de México. “Lamentable­mente hasta 70 por ciento de las mujeres llega en etapas tardías y terminales. Cada vez tenemos mujeres diagnostic­adas más jóvenes (de 25 a 40 años) en la que se da esa confluenci­a de cáncer y embarazo. “Muchas pacientes provienen de zonas rurales que requieren tratamient­os muy agresivos, pero algunas ya no tienen solución a su problema oncológico”, agregó Hernández.

En el Inper cada caso se estudia; se otorga sesiones de quimiotera­pias y cuando el cáncer es de mama, las pacientes son sometidas a cirugías de erradicaci­ón, aún con el bebé adentro. Asimismo, tratan mujeres con linfomas y, en 10 años, solo han tenidos dos decesos de madres debido a la avanzada enfermedad. M

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El bebé nació el 11 de julio por medio de cesárea.

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