Milenio

LA BAILARINA QUE TE PUEDE QUEBRAR LOS HUESOS

El 21 de septiembre fue el Día Nacional de la Lucha Libre. A propósito platicamos con una pareja que practica el amor a dos de tres caídas, Guerrera Isis e Hijo de Máscara Sagrada

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De niña, a Isis le gustaba jugar a las luchitas con sus hermanos. Dos varones, ambos mayores que ella. Solía perder aunque no por eso lloraba. Lo único que ha logrado sacarle unas lágrimas es el desamor. “Soy nena, el mal de amores sí me manda a la lona”, dice.

La vida de esta estudiante de Antropolog­ía en la ENAH está llena de paradojas. Hoy se dedica a la lucha libre, una actividad estereotip­ada como “para hombres”. Sin embargo, cuando era más joven practicó ballet. Una disciplina que tradiciona­lmente se relaciona “con las niñas”. Pero aunque es muy bella —porque en nuestra cita acude sin máscara— para subir al cuadriláte­ro prefiere ocultar su identidad detrás de una tapa alusiva a la diosa egipcia de la maternidad. Por si fuera poco trabajó como paramédico, porque soñaba con ser doctora. No obstante en una de sus primeras lesiones como luchadora tuvo que curarse casi sola, porque en México los luchadores independie­ntes no cuentan con ningún tipo de seguridad social.

“En el ballet lloras y sangras igualito que en lucha, porque te destroza los pies”, cuenta. “Pero en la lucha aunque digan que es teatro, no lo es. Todo es real. En mi primer mano a mano me fracturé la clavícula pero pasé varias horas sin que me revisaran, y cuando lo hicieron el médico me aconsejó que la dejara soldar solita, por lo que pasé unos dolores que ni te cuento”.

Otra ironía que la define es que aunque es una muchacha coqueta a la que le gusta peinarse, maquillars­e y hasta pintarse las uñas, al final esos mismos dedos podrían resultar letales si se lo propusiera. Las manos de los boxeadores o luchadores profesiona­les con licencia son considerad­as armas blancas ante la ley. Sin embargo, la única vez que a Isis le cargaron un “muertito” curiosamen­te no fue encima del ring.

Era alumna de unos cursos especiales en la Cruz Roja y la llevaron de práctica de campo. Una señora había reportado que su marido se había desmayado sin razón aparente. Cuando la ambulancia, en la que Isis viajaba, llegó hasta Xochimilco y subió al enfermo, éste falleció sin que ninguno pudiera hacer nada. La viuda acusó a los paramédico­s del deceso y en consecuenc­ia, todos terminaron en la delegación.

“Ese fue mi primer muerto y me dejó en shock. En el ring sí le he sacado sangre a otras chavas. Obvio no me da miedo, yo misma tengo la sangre muy fría y me gusta ser ruda. Es divertido ser la mala del cuento”.

Aunque es una muchacha a la que le gusta pintarse las uñas, esos mismos dedos podrían resultar letales

Y es que desde niña, añade, siempre quiso ser guerrera en vez de princesa de Disney. Recienteme­nte se dio a conocer que el Senado de la República determinó que el 21 de septiembre se celebrará el Día Nacional de la Lucha Libre. Cuando Guerrera Isis y yo nos reunimos, la noticia aún no era oficial. Sin embargo, sí hablamos de las diferencia­s de género dentro del ambiente. No son muy distintas al resto de los trabajos. Aquí también existe le acoso sexual y el machismo. Me cuenta que una vez un aficionado la quiso tocar de más y ella se vio obligado a ponerlo a raya con una patada. También están los promotores que por ser mujer le quieren pagar menos que a un hombre.

“Hay quienes con todo y máscara, solo ven una cara bonita. Pero esto es mi trabajo”, enfatiza.

Un empleo que le ha dado de todo, incluso un amor a dos de tres caídas. Desde hace tres años, Guerrera Isis e Hijo de Máscara Sagrada son novios. Ambos lo presumen en Facebook.

Su relación, cuenta él, no es muy distinta a la de otras parejas. Aunque curiosamen­te se pelean poco. Quizá porque pasan más de la mitad del día en el gimnasio liberando su energía. Él, reconoce, cuando está con ella se hace cursi. “El tigre se vuelve tigrillo”, me dice entre risas. Le llamé por teléfono para entrevista­rlo.

Cuando la conoció Isis no le dijo que también luchaba. Hijo de Máscara Sagrada lo descubrió cuando se la encontró en una batalla. “Y me sentí ridículo, porque hasta entonces pensé que se trataba de una aficionada a la que podía impresiona­r con mis historias y resulta que ella hacía lo mismo que yo”.

¿Cómo le hacen para besarse?, les pregunto. Hijo de Máscara Sagrada se adelanta a responder: “Aplicamos la de la película de Spiderman. Ella me levanta un poco la máscara, ¡y listo!” M

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