Juan Pablo Becerra-Acosta, José Luis Reyna, Juan Ignacio Zavala
La vileza en las redes sociales cada vez tiene menos límites, si acaso alguna vez los tuvo. Aunque no, creo que no: nunca ha habido el menor intento de moderación, de sobriedad.
Sí, se dan espacios reflexivos, se comparten materiales profundos, desde periodísticos o académicos hasta filosóficos y espirituales, e incluso se exhiben cosas bellas, como fotografías, pinturas, poemas o música, pero no es lo usual.
Aquí lo que vende, lo que gira, es el escupitajo, así sea con aparente elegancia semántica.
Aquí lo que se ocupa es el salvajismo, los linchamientos tumultuarios. La crueldad montonera, muchas veces anónima. Los insultos y las amenazas contra el que difiere. La desmesura. El escarnio de todo. Las patadas en el suelo. El asesinato social. La ejecución virtual. El caso denominado #LadyCoralina fue indignante, pasmoso: sacó a relucir lo más vulgar y soez que se da en este averno. La canalla muchedumbre en su bacanal.
Coralina es un club de playa diurno en Playa del Carmen. Coralina Daylight Club, se llama. Su actividad, la música de sus dj, termina con el atardecer. Diariamente, pero sobre todo los fines de semana, puentes y periodos vacacionales, está lleno, atascado. Va gente de dinero y mucho dinero. Uno de los promocionales del lugar da cuenta del tipo de gente que lo frecuenta: personas que rentan un Mercedes Benz en Uber, que usan aviones privados, que beben champaña. Botellas y botellas de Möet & Chandon, y más si se trata de Ice Impérial. Los trabajadores del lugar usan pistolas de agua llenas de la bebida francesa para agasajar las bocas y gargantas de sus clientes que bailan eufóricos. Se la pasan bien quienes ahí acuden.
En abril de este año un jovencito que vive en Hermosillo, Sonora, Pablo, le pidió a su novia, Emma, que se casaran. Le dio un anillo y ella aceptó. En una linda foto tomada en una lancha, con el mar de fondo, los jóvenes anunciaron que se casarían el 7 de abril de 2017.
El fin de semana pasado, puente patrio, la joven fue con un grupo de amigas a Playa del Carmen, a Coralina, para hacer una despedida de soltera. Las bebidas, los bailes, la brisa, el mar, la música, lo que fuera, la joven se besó con otro muchacho. Alguien grabó en video un par de escenas del juego juvenil y lo subió a redes sociales.
Adiós. El averno. Emma fue etiquetada como #LadyCoralina y fue objeto de todos los epítetos que usted quiera enumerar e imaginar aquí. Puta fue la más leve de las machistas agresiones que recibió. Los hombres pueden besar a una chava en una despedida de soltera pero una mujer no, ¿verdad? El escarnio fue tan brutal que su boda fue cancelada y su padre pidió a los medios detener las vejaciones.
Espero que estén satisfechos de su ruindad, de meterse en la vida privada, patanes… M