Mientras peor se ponga, mejor será
Lo bueno es que todo se puede poner todavía mucho peor. Hablo del matón pendenciero que ocupa la Casa Blanca: no lleva ni 15 días en el cargo y su tosca impulsividad le ha acarreado ya varios problemas. O, bueno, a lo mejor no es imprudente ni precipitado sino simplemente incapaz, aparte de ignorante e inexperto en el tema de gobernar un país.
“This is a serious job”, sentenciaba el sapiente Obama a propósito, justamente, de ocupar el cargo público más importante de todo el planeta. Para Trump, sin embargo, es un asunto que no requiere de mayores conocimientos ni habilidades: todo lo que cree necesitar es esa mentalidad que tiene de vendedor de coches de segunda mano, a la que habría que añadir su instinto depredador de empresario abusivo. Y, las consecuencias de tan autocomplaciente ignorancia las estamos viendo a diario.
El espectáculo sería apasionante si no estuviera de por medio el sufrimiento de millones de seres humanos y si no fuera real la perspectiva de que el matonismo del sujeto lo lleve, un día cualquiera, a desencadenar una pavorosa crisis con esa potencia nuclear llamada China. En el mejor de los casos, estaríamos hablando de una devastadora depresión económica; en el peor, del fin de la civilización.
Ahora bien, lo bueno es que, de seguir así, por ese camino, al tipo van a terminar por inhabilitarlo —se encargará él mismo de meterse en problemas legales al desafiar las normas— o, llegado el momento de que las cosas se pongan verdaderamente complicadas y de que el precio a pagar comience a ser inaceptable para los Estados Unidos, es probable que los poderes fácticos de nuestro vecino país decidan pura y simplemente matarlo, por mera cuestión de supervivencia nacional. No es algo deseable, desde luego, pero a muchísima gente le revolotea esa fantasía en su mente, por no hablar de que, en otros tantos casos, la idea alcanza la categoría de un auténtico deseo personal.
Una cosa es casi segura, señoras y señores: el hombre no termina su primer mandato presidencial. Hagan ustedes sus apuestas. M