Sobre la Constitución de 1857
La Constitución de 1857 sentaba las bases de un sistema de gobierno que tenía un espíritu más parlamentario que presidencial, impulsado a contracorriente de la tradición en México. Los constituyentes estaban convencidos de que la soberanía residía en el Poder Legislativo. Establecieron así una asamblea única, todopoderosa, frente a un presidente débil y frágil, que carecía incluso de poder de veto. Todos los gobernantes que ejercieron el poder bajo su imperio reaccionaron, por eso, en su contra, en primer lugar Comonfort, autor de una frase que sería célebre: “No se puede gobernar con la Constitución”. Juárez la usó como bandera durante la Reforma y la Intervención, pero la sufrió como plaga durante su gobierno, por lo que la trató de reformar apenas ganó la guerra, mediante la convocatoria. Creía indispensable limitar el poder del Congreso. Recordaba que había estado a punto de ser destituido, al triunfo de la Reforma, por un voto de la Cámara de Diputados. Meditaba que los legisladores, al rechazar su propuesta de negociar la deuda con Inglaterra, habían de hecho precipitado en el país la Intervención. Buscaba así restablecer el equilibro entre los Poderes de la Unión, para lo cual llamó a los mexicanos a manifestar su opinión sobre los puntos expuestos por la convocatoria a elecciones de 1867. Eran cuatro. Uno, dividir las atribuciones del Congreso con la creación de una cámara más, la del Senado. Dos, otorgar al Presidente de la República la facultad de vetar las resoluciones de los legisladores que no contaran al menos con dos tercios de los votos. Tres, facultar al presidente para dar informes no verbales, sino por escrito, incluso por conducto de sus ministros. Y cuatro, restringir las facultades que tenían los diputados para convocar a sesiones no ordinarias de trabajo. Estos eran los cambios que buscaba la convocatoria, enumerados en el artículo 9º.
Juárez acompañó la convocatoria con una circular que explicaba el objetivo del plebiscito, firmada por Sebastián Lerdo de Tejada, quien reiteró la necesidad de cambiar las atribuciones de los Poderes de la Unión. “Según están organizados en la Constitución, el Legislativo es todo y el Ejecutivo carece de autoridad propia enfrente del Legislativo”, dijo. “El gobierno cree necesario y urgente el remedio”. Lerdo de Tejada afirmó que había que restablecer el equilibrio entre los poderes. ¿En qué forma? La Constitución era un texto de no más de 20 páginas, dividido en 128 artículos, breves y contundentes en su conjunto. El artículo 127º explicaba la manera en que era posible adicionarla o reformarla: con el voto de dos terceras partes del Congreso de la Unión. Era un proceso laborioso y tardado, porque esa votación tenía luego que ser aprobada por la mayoría de las legislaturas de los estados. Lerdo argumentó que, en este caso, no era indispensable pasar por esos trámites. “La libertad libremente manifestada de la mayoría del pueblo”, declaró, “es superior a cualquiera ley, siendo la primera fuente de toda ley”. La convocatoria hacía una propuesta de forma y de fondo: de forma, pues apelaba al pueblo mismo para reformar la Constitución, y de fondo, porque proponía fortalecer al Ejecutivo a costa del Legislativo. Ambas propuestas eran polémicas, fueron enfrentadas, pero lograron al final sus objetivos. La convocatoria de 1867, entonces, detonó un proceso de fortalecimiento del Presidente de la República, que sería después afianzado por Lerdo de Tejada y culminado por Díaz, y que habría de confirmar la Constitución de 1917, heredera de la Ley Fundamental de 1857. M *Investigador de la UNAM (Cialc)