“CUANDO EL ESTADO MONOPOLIZA LA DROGA, DISMINUYE LA VIOLENCIA”
La discusión sobre la legalización de la mariguana, y de las drogas en general, debe hacerla cada país de acuerdo a sus circunstancias. Eso pretende aportar el autor con su libro
El historiador Ricardo Pérez Montfort, en su reciente libro Tolerancia y prohibición. Aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México 1840-1940 (Debate), expone cómo se pasó de la permisividad al rechazo actual de las drogas, por prejuicios y presiones externas como las de Estados Unidos. Especialista en el tema, se acerca a él con rigor y seriedad, y sus puntos de vista deben ser considerados por la gente involucrada, como puede derivarse de la siguiente plática. En la introducción a tu libro mencionas que en la academia te consideraban un loco por meterte en el tema de las drogas. En la academia, como en ciertas áreas sociales en las que he podido intercambiar ideas, sigue existiendo una intolerancia tácita hacia todo lo que tiene que ver con las drogas. Cuando a mí se me ocurrió investigar ya había leído el libro de Antonio Escohotado y un trabajo verdaderamente sensacional de David F. Musto, La enfermedad americana. Ahí me di cuenta que en México no teníamos una historia de las drogas, y las que había estaban ubicadas en lo contemporáneo —cargadas de prejuicios— o en el mundo antropológico prehispánico. El libro no solamente resultó una especie de historia de la conciencia sobre las drogas, sino también una historia de cómo se va construyendo un posicionamiento social frente a ellas que deriva hacia la intolerancia, y no solamente por prejuicios o desinformación, sino también por presiones internacionales y por mala información. En ese proceso de desarrollo, la modernidad tiene su papel, y un punto importante en el libro es la relación ciudad-droga, aunque el campo llegue a mencionarse. Es una historia urbana. Aunque de pronto encontré referencias importantes en las fronteras, sobre todo en el norte, decidí concentrarme en la Ciudad de México, porque ahí se daba el debate. Trabajando en el archivo de Genaro Amezcua me di cuenta que en el ejército zapatista hubo disposiciones muy agresivas contra los mariguanos; yo creía que eran más liberales y en realidad eran terriblemente intolerantes. Por eso decidí concentrarme en los casos específicos cuando se instaura la prohibición y empieza la actitud estatal dura en contra de consumidores y distribuidores, y me concentré en la Ciudad de México, donde los expedientes son relativamente pocos. Por las características de nuestro país y porque tenemos nuestras propias drogas, en México el consumo de la mariguana, como señalas, estaba localizado en las clases populares, entre las que había cierta permisividad. En México sí hubo una reprobación social por parte de las élites, porque la mariguana la consideraban consumo de pobres, de escoria, pero también hubo en esos ámbitos una permisividad que dejaba circular la droga. Además, la mariguana se podía cultivar muy fácilmente. Hubo mariguana plantada en los cuarteles y en La Castañeda también los locos tenían sus plantas. Existía una vinculación de índole terapéutica popular, porque decían que servía para las reumas. Eso me gustó mucho, porque se puede percibir en las expresiones populares esta disposición a la permisividad. El pueblo podía decir: “¿Por qué la intolerancia, si no hace daño?”. Es un recurso recreativo, relajante. Solamente quien está muy prejuiciado asocia la delincuencia con la mariguana. ¿Cuáles serían tus aportaciones en la discusión para la legalización? Una de las cosas que necesitamos, y ahí sí se asumió una especie de responsabilidad social personal, es información: necesitamos saber por qué pasan las cosas. Yo creo sinceramente que la historia sirve para explicar, no nada más para memorizar y darte identidad; te permite explicarte por qué algunas cosas son como son. Si conocemos que en épocas anteriores había una tolerancia tácita y no había violencia, eso puede de alguna forma ayudar para pensar que si somos tolerantes entonces con eso podemos ayudar a rebajar un poco la violencia. Pero insisto: la prohibición trae, y lo trato de demostrar de manera muy puntual aquí, la corrupción, la impunidad, el autoritarismo; trae un posicionamiento irracional de la intolerancia. Una de las cosas que traté de hacer fue mostrar cómo el prohibicionismo ha generado una tensión interna innecesaria en la sociedad mexicana. M