Nuestra corrupta Constitución
Dice la Real Academia Española de la lengua que algo corrupto es lo que se ha dejado sobornar, pervertir o viciar. En su segunda definición dice que es algo dañado, perverso, torcido, y lamentablemente nuestra Constitución cae en las dos descripciones. Tal vez soy un sacrílego y candidato al troleo de la república tuitera, pero creo que desde hace años nuestra carta ya no es tan magna. Nuestra bella e inmaculada doncella de hace 100 años se ha convertido en una manoseada, pérfida y parchada suripanta.
Desde hace años se ha señalado que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debe renovarse. Ya no rige jurídicamente la vida actual del país porque la han mancillado con centenas de embestidas políticas y legislativas. Ya es un desmadre, y el colmo fue la reforma constitucional al sector de las telecomunicaciones y radiodifusión.
Lo dije desde antes de que se concretara esa reforma; nunca debieron incluirse temas regulatorios de una industria específica en la Constitución. Hoy estamos pagando las consecuencias de esa ocurrencia de los padres putativos del desconocido Pacto por México. Los Lineamientos sobre Defensa de Audiencias, elaborados por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) es solo una muestra de esta faramalla que se llama regulación técnica.
Desde que se aprobaron tanto la reforma como la ley secundaria del sector, muchos sabíamos que esto pasaría. Ya van varias controversias constitucionales que han venido a desnudar los errores de nuestros legisladores. Pero, ¿a poco el Instituto Federal de Telecomunicaciones no sabía que caería en esa contradicción constitucional? ¡Claro que sí! Siempre le jugaron al loco bajo el argumento de “yo cumplo lo que manda la Constitución y la ley; si no cuadra, cámbienla”. Entonces, ¿para qué tanto pancho? ¿Por qué no lo advirtieron antes de una controversia constitucional? ¿Por qué el regulador no se comporta como tal? ¿Será que la regulación se usa como pieza de ajedrez y negociación? ¿Será que todo es solo una obra de teatro con personajes principales y otros son mera comparsa? ¡Chale!