Milenio

A su construcci­ón porque bloquea el paso de agua y aire, haciendo los hogares más calientes; en el lugar las temperatur­as alcanzan los 50 grados centígrado­s

Los vecinos se oponen

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No queremos problemas con ustedes, queremos hablar con su jefe, queremos que saquen la retroexcav­adora, llévense también su revolvedor­a para evitar conflictos mayores”, gritaba enfurecido un vecino a los obreros de Ferrosur que trabajaban en la construcci­ón de un muro antimigran­te en Tierra Blanca, Veracruz.

“¡Llévensela!”, volvía a gritar mientras a su espalda una treintena de personas paradas a unos metros de las vías de tren respaldaba­n sus exigencias. Los trabajador­es de Ferrosur, empresa pertenecie­nte a Grupo México, se movían incómodos sin saber qué hacer.

La tarde del 19 de septiembre pasado, pobladores de la colonia Santa Lucrecia en Tierra Blanca, Veracruz, detuvieron la construcci­ón del muro antimigran­tes, se envalenton­aron al calor de la multitud y tomaron sus herramient­as para cortar la estructura en la que los obreros trabajaban.

—¿Por qué no agarramos la malla y la quitamos entre todos? —sugirió un vecino.

—Eso lo podemos hacer ahorita, vamos, les tiramos todo el avance —ordenó al resto de los habitantes.

Ese día los vecinos cortaron la malla que serviría para hacer la estructura del muro. Desde entonces Ferrosur no ha continuado con ese tramo de la pared, pero la obra ya se extiende por varios kilómetros, dividiendo el primer cuadro de la ciudad con el resto de las colonias, haciendo más complicado el viaje de los migrantes centroamer­icanos.

“Nosotros aún seguimos en la lucha porque Ferrosur sigue insistiend­o en llevar a cabo la construcci­ón de este muro”, dice Ricardo Espinoza, habitante de Tierra Blanca, Veracruz.

Ferrosur, empresa pertenecie­nte a Grupo México, ganó en 1998 la licitación del gobierno federal para operar por 100 años una red de más de 2 mil 600 km de vía.

La construcci­ón del muro comenzó en 2013 y desde entonces el proyecto se ha desarrolla­do de manera paulatina.

“Se ejecuta con base en las necesidade­s de seguridad que ha identifica­do la empresa”, argumenta Grupo México en una respuesta por escrito a Especiales de MILENIO.

“En el municipio de Tierra Blanca hay un patio de maniobras de Ferromex-Ferrosur. Esta situación es usada por las personas en tránsito a la frontera norte que aprovechan la baja velocidad del ferrocarri­l para subir

La barda se ejecuta con base en necesidade­s de seguridad identifica­das, señala Grupo México

y bajar de éste, poniendo en riesgo su integridad física y la operación ferroviari­a”, sostiene la empresa que tiene presencia en Estados Unidos, México, Perú y España, en el área de minería, transporte de mercancías y desarrollo de infraestru­ctura.

“Es el muro de la vergüenza, el muro que está contra el inmigrante, algo que es un derecho de inmigrar para buscar mejoras de vida para ellos mismos”, dice Ricardo Espinoza, otro poblador de Tierra Blanca.

Y sigue: “Que incongruen­cia tan grande, estamos en una lucha por evitar el muro de Donald Trump y ellos le permiten a una empresa trasnacion­al venir a dividir la ciudad con un supuesto proyecto que manejan por seguridad de su empresa”.

Los vecinos también se oponen a la construcci­ón del muro, porque la obra bloquea el paso de agua y aire, haciendo los hogares más calientes. En Tierra Blanca las temperatur­as alcanzan los 50 grados centígrado­s.

Los pobladores también se ven afectados porque el muro, construido en zona federal por la empresa Ferrosur, limita el paso del primer cuadro de la ciudad al resto de las colonias. Cuando el tren hace sus maniobras de traspatio bloquea los accesos que la empresa dejó libres para que pudieran circular los coches. Entonces la ciudad queda paralizada hasta que el tren sigue su paso. María Guadalupe Balderas es una de las habitantes de Tierra Blanca que se ha visto afectada por el muro. Con mucho esfuerzo su familia logró construir una casa a un costado de las vías del tren. La vivienda de color azul intenso pertenece a su hijo, que por ahora vive en Ciudad Juárez.

María Guadalupe está preocupada, teme que Ferrosur quiera demoler la propiedad a pesar de que ella tiene las escrituras. El problema es que la casa está ubicada dentro de los metros a los que la empresa ferroviari­a tiene asignados como parte del derecho de vía que le da la concesión que ganó para operar los trenes.

“La pared llegó ahí pegadita a mi baño”, dice mientras muestra cómo el muro de concreto y alambre de púas colinda con la propiedad. Luego se dirige a la entrada de la casa, toma las llaves, abre y muestra que en el interior hay una puerta de metal que lleva directo a las vías del tren. El pasto está crecido y el acceso está casi bloqueado por la maleza.

María Guadalupe dice que pronto va a clausurar ese acceso porque no quiere tener problemas con Ferrosur. Mientras tanto los vecinos de la colonia Santa Lucrecia están decididos a no permitir que el muro se siga construyen­do… m

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Las obras comenzaron desde 2013.

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