Las dificultades de Donald Trump Se marcan los territorios y esas son noticias alentadoras para quienes se sienten amenazados por el régimen que se ha instalado con el republicano a la cabeza
México tiene fortalezas frente a EU; no son las baladronadas a las que recurren muchos lo que ayuda, más bien son los intereses económicos y de seguridad los que hacen que ese país deba ver con mucho cuidado su relación con el vecino del sur
Las dificultades del presidente de EU se hacen presentes. El rechazo en el Congreso por los republicanos de retirar el programa de salud es un golpe serio en el momento de supuestamente mayor fortaleza de cualquier mandatario, más cuando tiene mayoría en ambas cámaras. El mensaje para él y su proyecto es ominoso porque revela que su propio partido no está dispuesto a acompañarlo en todo, incluso en una reforma que tenía un amplio respaldo en el electorado y en el Partido Republicano. Se marcan los territorios y esas son noticias alentadoras para quienes se sienten amenazados por el régimen que se ha instalado con Trump a la cabeza.
Sería un error subestimar a Trump. Una derrota en un frente bien puede alentar que extreme postura donde tiene mayor liberalidad. El presidente tiene amplio margen en materia comercial y migratoria aunque, como ha quedado claro, está la ley y los procedimientos judiciales como medios para contener la arbitrariedad y la discrecionalidad. También es cierto que el presidente puede ampliar los poderes de las agencias sin mediar autorización por el Congreso.
México tiene fortalezas frente a Estados Unidos; no son las baladronadas a las que recurren muchos lo que ayuda, más bien son los intereses económicos y de seguridad los que hacen que Estados Unidos deba ver con mucho cuidado su relación con el vecino del sur. Invocarle como problema da votos, pero alterar los términos de la relación económica y de seguridad regional es transitar a un terreno sumamente delicado y peligroso. México ha sido un vecino leal y útil en los dos aspectos. Quizá las agencias y los grupos extremistas pretenden mucho más, pero lo que existe es suficiente.
La ideología es mala consejera para el pragmatismo que requiere la diplomacia y la economía. Es cierto que México se ha beneficiado de los acuerdos comerciales, pero también Estados Unidos y especialmente sus empresas. Por ejemplo, el empleo aquí generado por ellas les ha dado posibilidad de competir en los mercados mundiales. Una política arancelaria para evitar la exportación de empleos afectaría principalmente a las empresas estadunidenses, como ha quedado evidente en estos meses. Por otra parte, sin el componente migratorio legal e ilegal de la fuerza laboral estadunidense, la competitividad de la economía estadunidense se afectaría y en algunas actividades colapsaría.
La mayor vulnerabilidad de Estados Unidos está en el ámbito de la seguridad. Trump en campaña y en el gobierno se ha manejado con extrema ligereza. Cuestionar a las fuerzas armadas mexicanas es un error monumental. El tema no es el narcotráfico y la violencia, muy preocupante para los mexicanos, el asunto está en el terrorismo. Una frontera porosa es un riesgo mayor. No está a la vista, pero desde el ataque del 11 de septiembre, la prioridad del sistema de seguridad se trasladó a prevenir el terrorismo. Las agencias han penetrado a los cárteles mexicanos, no para contener el comercio ilegal de drogas, sino para monitorear sus eventuales vínculos con grupos terroristas. Hay un implícito entendimiento de los cárteles con las agencias: cuidar que la migración ilegal no implique personas que no sean del continente y no realizar vínculos con grupos afines al terrorismo.
México debe confiar en sí mismo. Es el mensaje que dejan dos invitados de excelencia, Paul Krugman y Colin Powell. El primero, nobel en economía y el segundo, una de las figuras más respetadas y acreditadas en Estados Unidos, presidente del Estado Mayor Conjunto, secretario de Estado y prospecto de candidato presidencial. Sin embargo, las autoridades mexicanas deben tejer fino. No provocar ni propiciar que una posible reacción del grupo en el poder se dirija al país. Se debe confiar en el diálogo, a la vez de que debe hacerse un trabajo paralelo con los factores que inciden en el Partido Republicano y en el Congreso.
Las cosas se van reacomodando. El escenario crítico de hace meses ha ido cediendo. El tipo de cambio lo revela y el nerviosismo de mercados e inversionistas va disminuyendo. Es evidente que muchos instrumentos de la relación bilateral tendrán que modificarse, como es el Tlcan. Insisto, México tiene una posición de fuerza y por ahora es un acierto negociar los temas en su conjunto. Migración, comercio y seguridad deben ser vistos como una sola cosa.
En medio de las dificultades de Trump, el país ingresará al ciclo sucesorio. Esto debilita a las autoridades y propicia la demagogia de actores en la búsqueda del voto. Sin embargo, deberán cuidarse los términos de la relación y especialmente que el gobierno pueda actuar con fortaleza en la defensa de los intereses del país y de los mexicanos.