¿Arriba en las encuestas?
Pues sí, es entendible que Obrador sea el puntero, a día de hoy, en los sondeos de opinión. Pero, díganme ustedes, ¿quiénes son los otros? ¿Ya fueron designados, nombrados (o, como se dice en la jerga política, nominados), elegidos, coronados o consagrados como candidatos oficialísimos de sus correspondientes partidos y sus concomitantes organizaciones? ¿Ya va Nuño (mi gallo, de los del PRI) de aspirante sensato, razonable, inteligente y combativo? ¿Ya se subió Ricardo Anaya al ring para plantarle cara al de Macuspana y propinarle un demoledor descalabro en un debate? ¿Ya ocurrió el cisma irreparable de la presunta izquierda mexicana al transmutarse las pretensiones del impopular Mancera en una candidatura formal, bendecida por los tres o cuatro supervivientes a la debacle perredista? ¿Ya se pusieron en marcha las formidables maquinarias electorales de los dos grandes partidos nacionales? ¿Ya ocurrieron extrañas alianzas e inconcebibles maridajes entre las muy diversas y antagónicas fuerzas del escenario político? ¿Ya comenzaron las giras de los demás competidores en las plazas que el muy adelantado candidato lleva años entero recorriendo (a sus anchas y sin recibir sanción alguna de unas autoridades electorales acobardadas)? ¿Ya se celebraron mítines, actos masivos, acarreos, repartos de tentadores regalitos a los sumisos y manipulables votantes, emocionantes conmemoraciones, espectáculos populares y esplendorosas suntuosidades para engatusar a los sensibleros ciudadanos? ¿Ya comenzaron a fluir las prebendas y las canonjías? ¿Ya se activó el despiadado bombardeo de propagandas para promover a los competidores directos de Obrador? Digo…
Ahora bien, el señor ha sacado ventaja porque, lo repito, hace buen tiempo que está en campaña sin que nadie se atreva a ponerle límites ni a hacerle recordar que las reglas se aplican a todos los participantes por igual: al Instituto Nacional Electoral le basta con imaginar las rabietas, los lloriqueos y las acusaciones de un personaje especializado en el victimismo extorsionador para abstenerse de cualquier mínima advertencia. Y ni hablar de una multa o punición.
Ahora bien, cuando se aparezcan los otros rivales en la arena pugilística, las cosas se van a nivelar. Ya lo verán. M