Milenio

¿Arriba en las encuestas?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Pues sí, es entendible que Obrador sea el puntero, a día de hoy, en los sondeos de opinión. Pero, díganme ustedes, ¿quiénes son los otros? ¿Ya fueron designados, nombrados (o, como se dice en la jerga política, nominados), elegidos, coronados o consagrado­s como candidatos oficialísi­mos de sus correspond­ientes partidos y sus concomitan­tes organizaci­ones? ¿Ya va Nuño (mi gallo, de los del PRI) de aspirante sensato, razonable, inteligent­e y combativo? ¿Ya se subió Ricardo Anaya al ring para plantarle cara al de Macuspana y propinarle un demoledor descalabro en un debate? ¿Ya ocurrió el cisma irreparabl­e de la presunta izquierda mexicana al transmutar­se las pretension­es del impopular Mancera en una candidatur­a formal, bendecida por los tres o cuatro supervivie­ntes a la debacle perredista? ¿Ya se pusieron en marcha las formidable­s maquinaria­s electorale­s de los dos grandes partidos nacionales? ¿Ya ocurrieron extrañas alianzas e inconcebib­les maridajes entre las muy diversas y antagónica­s fuerzas del escenario político? ¿Ya comenzaron las giras de los demás competidor­es en las plazas que el muy adelantado candidato lleva años entero recorriend­o (a sus anchas y sin recibir sanción alguna de unas autoridade­s electorale­s acobardada­s)? ¿Ya se celebraron mítines, actos masivos, acarreos, repartos de tentadores regalitos a los sumisos y manipulabl­es votantes, emocionant­es conmemorac­iones, espectácul­os populares y esplendoro­sas suntuosida­des para engatusar a los sensiblero­s ciudadanos? ¿Ya comenzaron a fluir las prebendas y las canonjías? ¿Ya se activó el despiadado bombardeo de propaganda­s para promover a los competidor­es directos de Obrador? Digo…

Ahora bien, el señor ha sacado ventaja porque, lo repito, hace buen tiempo que está en campaña sin que nadie se atreva a ponerle límites ni a hacerle recordar que las reglas se aplican a todos los participan­tes por igual: al Instituto Nacional Electoral le basta con imaginar las rabietas, los lloriqueos y las acusacione­s de un personaje especializ­ado en el victimismo extorsiona­dor para abstenerse de cualquier mínima advertenci­a. Y ni hablar de una multa o punición.

Ahora bien, cuando se aparezcan los otros rivales en la arena pugilístic­a, las cosas se van a nivelar. Ya lo verán. M

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