Sobre zombis políticos
La anunciada muerte del PRD es, me parece, más un acto de propaganda que una realidad política. Obviamente, el principal interesado es Morena, cuyos principales dirigentes parasitaron su organismo hasta que ya no les sirvió. Muchos de ellos ansían su total aniquilamiento y descomposición, para terminar de comerse los restos. Otros, más prudentes, quisieran únicamente convertirlo en un partido satélite y por lo tanto manipulable. Pero la enfermedad y la salud, indistinguibles en ocasiones, suelen ser engañosas. Muchas veces, lo he visto, quienes eran candidatos a la tumba, terminan enterrando a los que parecían más vigorosos. Lo que pasa con los hombres les sucede a las instituciones: pensemos en el PRI y su muerte anunciada desde hace más de 15 años. O en las instituciones religiosas, cuya desaparición muchos anunciaron. Y aunque ahora las perspectivas no parecen ser halagüeñas para el PRD, me parece que los presagios sobre su muerte son exagerados y, sobre todo, confunden el triunfo electoral en las elecciones presidenciales con su viabilidad como instituto político a mediano plazo.
Morena, por el contrario, no necesariamente tiene garantizada su vida a la larga, porque todo en ese partido o movimiento gira alrededor de un individuo. Y si algo le pasa a esa persona, no hay garantía alguna de continuidad de la organización. A menos que aquello se convierta en un partido dinástico, con la mujer o los hijos al frente, al mejor estilo de India o Argentina. Tampoco está garantizada la integridad del partido si López Obrador vuelve a perder las elecciones, por las razones que sean. Y aunque las tendencias políticas mundiales, de rechazo a lo establecido, lo pongan como favorito en los momentos actuales, ya hemos visto que sus enemigos, como él mismo, se han encargado de revertirlas. El PRD, por su parte, posee una estructura que ha persistido, pese a tropiezos, errores y perversiones. Y tiene, a pesar de todo, un núcleo de seguidores nada despreciable, el cual considera la democracia y otros valores progresistas como parte esencial de su proyecto de nación. Al mismo tiempo, como López Obrador se ha distinguido por su soberbia y miopía política, al pensar que no necesita de nadie para triunfar, el resultado a mediano y largo plazo no es necesariamente el mejor para su movimiento-partido. Veremos en el futuro cuál es el verdadero zombi de la política nacional. M