Milenio

2 de abril: 150 años

- CARLOS TELLO DÍAZ*

La más notable de las acciones de la guerra contra el Imperio”. Así llamó Justo Sierra, en su libro Evolución política del pueblo mexicano, a la batalla del 2 de abril, en la que las tropas de la República tomaron por asalto a la ciudad de Puebla, con lo que sellaron también la suerte de Querétaro y la capital de México.

Al final de marzo de 1867, el general en jefe del Ejército de Oriente, que sitiaba Puebla, supo que los imperialis­tas avanzaban desde Ciudad de México con un ejército de 4 mil hombres, con el fin de socorrer la plaza de Puebla y avanzar después hacia Querétaro, donde aguardaba el emperador Maximilian­o. ¿Qué había que hacer? Salir a batir al enemigo implicaba levantar el sitio, lo que provocaría la desmoraliz­ación de las fuerzas, porque no había suficiente­s tropas para dividirlas, o sea, para rodear la plaza y confrontar, a la vez, al ejército que avanzaba desde México. Esperar su llegada, por otro lado, implicaba quedar atrapado entre dos fuegos, cada uno de ellos superior al del Ejército de Oriente. Y asaltar la plaza, por último, parecía una locura, pues su fuerza era similar a la del enemigo, que tenía por supuesto la ventaja de combatir atrás de sus trincheras: la ciudad estaba resguardad­a por una línea de barricadas y baluartes erizados de artillería. Unos decían, de plano, que lo más prudente era emprender la retirada hacia Oaxaca. Pero fue tomada la decisión de asaltar Puebla.

El Ejército de Oriente determinó la formación de 17 columnas de asalto. Tres iban a ser empleadas en el ataque (falso) sobre el Carmen, un convento en ruinas al sur de Puebla; las demás, 14, en el ataque (verdadero) contra el oeste de la ciudad, frente al cerro de San Juan. La idea era concentrar la atención de los imperialis­tas en el sur (con el ataque falso al Carmen) para luego detonar la ofensiva en el oeste (con el ataque verdadero sobre Puebla). La junta con los jefes de las columnas tuvo lugar la víspera del 2 de abril, en la noche. Inclinados sobre un mapa de la ciudad, el general en jefe le señaló a cada uno de ellos la fuerza que debía llevar y la trinchera que debía tomar el 2 de abril. Así, protegidas por la oscuridad, las 17 columnas, integradas en promedio por 130 hombres cada una, marcharon en silencio hacia los puntos por donde debían emprender el asalto. Se contaba para el ataque con 2 mil 300 hombres, más 700 a caballo que permanecie­ron inactivos, armados solo con sus sables. Para defender la plaza, el enemigo, a su vez, tenía unos 3 mil soldados, con más de 60 cañones.

El ataque comenzó cerca de las 3 de la mañana del 2 de abril, sobre el convento del Carmen. Una hora después, a las 4 de la madrugada, cuando el enemigo concentrab­a sus fuerzas sobre el Carmen, el Ejército de Oriente asaltó la ciudad de Puebla por el cerro de San Juan. Los cañones estallaron; los asaltantes avanzaron, corrieron, muchos cayeron, entre los clamores de la batalla. El combate duró en todo su vigor tal vez 15 minutos. En ese lapso, las calles de la ciudad quedaron regadas con los cadáveres de los jefes, oficiales y soldados del Ejército de Oriente. Fueron más de 150. Tres jefes de columna perecieron en el ataque. Pero la plaza fue tomada por asalto. Un mes después, Querétaro capituló. Dos meses más tarde, el Ejército de Oriente ocupó sin violencia Ciudad de México, con lo que terminó la guerra contra el Imperio. Hace 150 años. M *Investigad­or de la UNAM (Cialc)

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