Ingobernable: “la CIA en México”
En México estuvimos acostumbrados durante décadas a que en el cine y en la televisión no se abordaran temas políticos ni se aludiera de manera crítica al presidente, al ejército o al PRI. Por eso los recientes thrillers políticos hechos con lenguaje televisivo, La Candidata (2016), producida por Televisa, e Ingobernable (2017), de Argos en alianza con Netflix, estrenada hace una semana, han suscitado interés y debate.
THRILLERS POLÍTICOS
Lo relevante de estos dos
thrillers hechos con lenguaje televisivo —el primero telenovela y el segundo serie— es su diagnóstico sobre la política y los políticos mexicanos. En Ingobernable, al igual que en La Candidata, la “clase política” es presentada como corrupta y aliada con empresarios sin escrúpulos, pero adicionalmente está infiltrada por agentes de la CIA colocados en sitios clave del gobierno: la Secretaría de la Defensa y la Oficina de la Presidencia.
La trama de Ingobernable es la siguiente: Emilia Urquiza (Kate del Castillo), “primera dama” de México, es una luchadora por los derechos humanos; su esposo, el presidente Diego Nava Martínez (Erik Hayser), gana las elecciones como candidato independiente con un programa que promete la paz, pero poco a poco abandona sus promesas de campaña por presiones del “poder real”. Debido a ello, Emilia se decepciona y le pide el divorcio, pero Diego, arrepentido y con la esperanza de recuperar a su esposa, graba un discurso, que planea difundir a través de los medios, el cual da a conocer “un giro radical” en la política del gobierno mexicano en la lucha contra el narcotráfico.
POLÍTICA Y NARCO
El presidente anuncia que ya no habrá guerra; el ejército y la Marina volverán a sus cuarteles porque no están preparados para convivir con la ciudadanía y, lejos de protegerla, se convirtieron en un factor de terror y violación de los derechos humanos; en lugar de utilizar las armas contra el narco, se cortarán los circuitos de éste con el lavado de dinero y sus negocios con delincuentes de “cuello blanco”; los banqueros y empresarios que hayan colaborado con la delincuencia serán juzgados, lo mismo que los mandos militares que hayan cometido abusos.
El discurso, sin embrago, no puede salir a los medios porque lo descubre Pete Vázquez (Luis Roberto Guzmán), un agente de la CIA que es asistente de confianza y guarura del empresario más poderoso y corrupto de México, Tomás Urquiza (Fernando Luján), padre de la primera dama; Pete asesina al presidente Diego Nava y manipula la escena del crimen para inculpar a Emilia, quien se ve obligada a escapar y, con la ayuda de un luchador por la paz de nacionalidad colombiana Jaime Bray (Diego Cadavid), logra esconderse en lo más profundo del barrio de Tepito. Como presidente interino queda José Barquet (Álvaro Guerrero), un político manipulado por Ana Vargas-West (Eréndira Ibarra) jefa de la Oficina de la Presidencia, también agente infiltrada por la CIA y ex amante del presidente asesinado.
VERDAD O FICCIÓN
En Tepito, Emilia conoce a una banda que le ayuda a descubrir por qué fue asesinado su esposo: Canek (Alberto Guerra), Chela (Aida López), Zyan (Tamara Mazarrasa), Chris (Harold Torres) y Ovni (Maxi Iglesias), un hacker español integrante de Anonymous. Con ellos vive emocionantes aventuras, por ejemplo, asaltan con armas de alto poder una prisión clandestina donde están secuestradas 39 personas que el gobierno ha declarado “desaparecidas”. También, por supuesto, hay romance: Emilia y Canek se enamoran.
¿Así ocurren las cosas en México? La ventaja que tiene la ficción para quien pretende hacer denuncia a través de ella es que —contrario al periodismo— no está obligada a demostrar nada y si alguien lo cuestiona en tal sentido, siempre podrá argumentar que “es ficción”. Por eso prefiero los géneros periodísticos, el reportaje, el documental. O la mezcla de documental y ficción que en radio se conoce como feature y ojalá algún día sea retomada por las producciones con lenguaje televisivo.
Seguramente habrá quien vea la segunda temporada de
Ingobernable, que ya se anuncia, y cabe preguntarse si Tv Azteca, Imagen o las otras OTT (Claro Video y Blim), entrarán a la moda del thriller político con lenguaje televisivo. Parece que es buen negocio y también oportuno en el periodo electoral que se avecina.