El sultán
proyecto, nosotros estábamos a punto de vivir La Conquista.
Y no sé a usted, pero a mí me resulta fascinante imaginar, paralelamente a esto, la vida en México-Tenochtitlán, las similitudes, las diferencias, lo que hubiera sucedido si las cosas no se hubieran dado como se dieron.
Pero espérese porque no le he dicho lo mejor: los responsables de la telenovela El sultán tiraron toda la carne al asador a nivel producción.
Se trata de un producto fino, particularmente cuidado a nivel dirección de arte, con unas escenografías fabulosas, un vestuario elegantísimo y un reparto ideal.
No solo hay belleza en esos hombres y en esas mujeres, hay talento, actuaciones capaces de conmovernos, de involucrarnos, de hacernos suspirar.
Esto es, para acabar pronto, como la serie española Isabel, pero en telenovela y con una dosis de efectos especiales que la hacen todavía más atractiva.
Las cámaras van, comienzan en un palacio, suben, se meten a las nubes, nos llevan al mar, nos meten en un barco. ¡Y todo, aparentemente, sin un solo corte! ¿Así o más bonito?
Mire, se lo voy a decir con todas sus letras. No sé si esto vaya a ser un éxito o no porque la estrategia de lanzamiento, la ausencia de publicidad más allá de las plataformas de Grupo Imagen y el tema de la programación en este momento del año suenan raro.
Pero de que El sultán es algo que vale la pena ver, por supuesto que es algo vale la pena ver.
Por favor, trate de sintonizarla, de hacerla suya. Vale la pena. ¿A poco no?