NEVER MORE
El Teatro de la Rendija en Mérida, Yucatán, es uno de esos proyectos escénicos que son imposibles de omitir cuando se piensa en la renovación no solo de lenguajes sino de modos de producción en nuestra República Teatral. Encabezado por Óscar Urrutia y Raquel Araujo, Teatro de la Rendija ha generado a lo largo de poco más de 15 años un cambio en la manera de ver el teatro en esta región del país, con respeto a la tradición y sin la obsesiva idea de imponer un modelo estético a los preexistentes. Por el contrario, lo lindo de este proyecto vanguardista es que se ha insertado y se entreteje con esa tradición y otros haceres del teatro yucateco en una interacción positiva. Y, por tanto, la consecuencia lógica es que permea por atracción y no por imposición en el ánimo de las nuevas generaciones de creadores escénicos.
La sede de la Rendija, que hoy ocupa dos predios de la zona centro de la ciudad (en la esquina de las calles 50 y 51), ha acogido generosamente a diversas agrupaciones de teatristas independientes, amén de desarrollar sus propios proyectos artísticos. Uno de estos últimos, que ha sido un éxito absoluto, es la puesta en escena de El divino Narciso, de Sor Juan Inés de la Cruz, que en julio próximo participará en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, España. Montaje que, sin cambiarle una coma a la complejísima dramaturgia, le vuela la cabeza a los espectadores por los contenedores performáticos-instalación que nos devuelven a la Décima Musa renovada y modernísima. Espero ansioso que en la Ciudad de México también pueda apreciarse esta puesta en el teatro Julio Castillo muy pronto.
Never more y otras manías es un trabajo que vi recientemente en el Teatro de la Rendija. A partir de textos de Edgar Allan Poe, Araujo-Urrutia (de la mano de Humberto Chávez Mayol) nos mete en un viaje fantasmagórico y dark, llevándonos literalmente de la mano por un laberinto de palabras, imágenes y espacios para terminar siendo también personajes que tocamos, olemos y hasta paladeamos en una experiencia muy inquietante. Los diversos materiales literarios se van tejiendo en distintas habitaciones de la casa de la Rendija, con la exploración de elementos tan fascinantes como juegos de espejos y efectos visuales del siglo XIX (muy acordes con Poe), o con la técnica de “los susurradores” (en donde un actor, Liliana Hesant o Erick Silva, habla al oído de un espectador), para terminar colocándonos unos iPod a cada visitante, obligándonos a vivir un desenlace individualizado al convertirnos también en personaje-testigo. Experiencia artística fascinante. Si anda por Mérida no puede perdérsela. m