Volver al origen: la solución a la crisis
Honor a quien honor merece, el primer canal que se la jugó apostando por la comida en la televisión latinoamericana fue El Gourmet.
Prácticamente todas las grandes estrellas de la comunicación gastronómica de nuestra región o salieron de ahí o pasaron por ahí.
Desde el gran José Ramón Castillo hasta la inmensa Narda Lepes pasando por una lista interminable de chefs, cocineras, bartenders, parrilleros y hasta monjas.
Recuerdo con cariño los orígenes de esta señal y de cómo estos señores fueron pioneros también en el manejo de internet y redes sociales.
¡Bueno, yo hasta les llegué a comprar recetas en su página web!
El caso es que si no fuera por esta frecuencia, hoy no tendríamos ni la mitad de fenómenos como MasterChef, Top Chef, MasterChef Junior y Chef’s Table.
El Gourmet abrió el mercado. ¿Pero qué están haciendo ahora sus responsables? ¿Qué nos están ofreciendo?
¿Cómo están afrontando los temas de la competencia, de la evolución de los medios y de la crisis económica? Muy fácil: volviendo al origen. Así como las grandes marcas del mundo están regresando a sus raíces, El Gourmet está dándonos una cátedra de humildad y de creatividad, y en lugar de irse a lo macro, se está yendo a lo micro.
¿Qué significa esto? Que en vez de tirar millones de dólares en conceptos huecos y de poner a sus cocineros a hacer payasadas, están produciendo programas cada vez más sencillos, cálidos y entrañables como Abuelita linda.
¿Qué es esto? Una de las ideas más preciosas que los creativos de ese importante canal de paga pudieron haber tenido.
Consiste en visitar abuelitas a lo largo y ancho de la República mexicana. Pero abuelitas, abuelitas. Señoras viejitas, humildes, sencillas.
¿Para qué? Para invitarlas a compartir sus recetas con las audiencias de México y de toda América Latina.
¿Y? ¿Qué tiene esto de espectacular? ¿Por qué le digo que esta es una de las ideas más preciosas que los creativos de esta señal pudieron haber tenido?
Primero, porque le hace un muy merecido homenaje a las personas de la tercera edad.
Segundo, porque acerca a la industria de la televisión de paga a segmentos de mercado más populares y numerosos.
Tercero, porque inventa una suerte de televisión nacional que no existe en lo que usted y yo llamamos televisión abierta nacional.
El Gourmet sí está recorriendo México, sí está visitando a la gente de los pueblos, de los estados. Televisa, Tv Azteca e Imagen Televisión, no o casi no.
Y cuarto, porque Abuelita linda crea, con cada uno de sus episodios, un documento que se volverá importantísimo dentro de algunos pocos años.
¿Por qué? Porque serán videos que preservarán nuestra cultura gastronómica. Ojo con lo que le estoy diciendo. Nadie más está haciendo algo así a gran escala.
No y espérese, no le he dicho lo mejor: esta muy austera producción de El Gourmet es una oda a los valores familiares porque todo el tiempo está entrevistando a los hijos, hijas, nietos y nietas de las abuelas en cuestión.
Usted los escucha opinar pero también los observa cocinar, ayudando en la sartén, en la parrilla, y conviviendo en unas comilonas bellísimas, de antología.
Amo Abuelita linda porque, además de todo lo que le acabo de decir, hay un punto que se me hace fundamental: es un programa periodístico.
Su conductora es una joven española que daba noticias, de nombre Verónica Zumalacárregui, y en lugar de cometer los errores que cometería cualquier figura del entretenimiento mexi- cano, hace lo que haría cualquier reportera de verdad.
¿Qué? Buscar la nota, tratar a sus invitadas con respeto, como fuentes y el hecho de que sea extranjera ayuda porque gracias a eso esta muchacha se puede detener en cuestiones que aquí nadie apreciaría como la textura de una tortilla o la consistencia de unos frijoles.
Y es que, por favor, no quiero que usted vaya a pensar que Abuelita linda es una emisión elitista de ancianitas presumiendo recetas caras.
¡Para nada! Es ir con las señoras al mercado para que nos enseñen a escoger los tomates, mirar cómo hacen las salsas y aprender a manipular la masa para darle forma a las garnachas.
Aunque hay dos o tres sutilezas que valdría la pena revisar en términos de producción, como el sonido, es un título muy bello y un negocio, sensacional.
Ninguna marca de comida, en sus cinco sentidos, dejaría de invertir en este concepto porque ahí está la gente, ahí está el contacto, ahí está la calidad.
Y si no me cree, nada más imagínese lo que la televisión abierta privada haría con esto.
Para empezar, cero figuras de la tercera edad. Y para acabar, lo retacaría de “nenorras”, gente grosera y comediantes de mala muerte. ¿A poco no?
Por favor, busque Abuelita linda. Pasa los miércoles (hoy) a las 20:00.
Y felicidades a El Gourmet por esta iniciativa. Volver al origen es lo de hoy. ¿O usted qué opina?