En El Paso y Ciudad Juárez, las otras historias de la Revolución
El volumen recoge la vida cotidiana en la zona fronteriza tuvo un papel fundamental en el movimiento social que inició en 1910
En la parte anecdótica, la labor de David Dorado Romo recupera microhistorias en las que se muestra la influencia del movimiento revolucionario en la sociedad de El Paso, Texas: turistas que se tomaban fotografías como revolucionarios, hoteles que ofrecían las mejores vistas para ver las batallas, a Pancho Villa mientras compraba motocicletas del otro lado de la frontera.
El propósito del historiador fue reconocer la importancia de una región en una etapa fundamental de México, en el libro Historias desconocidas de la Revolución mexicana en El Paso y Ciudad Juárez (Ediciones Era, 2017). “El libro empieza de caminar por las calles: no era un ejercicio académico ni traté de comprobar alguna tesis. Me fui a donde me llevó la información y mucho era de archivos, que me llevaban a otros lugares y a otros personajes”, cuenta el especialista a MILENIO.
Hubo quienes le comentaban que su proyecto parecía una persecución intelectual de Villa, pero no nada más de él, sino de gente como Teresita Urrea, mística que influyó en el tiempo de Francisco I. Madero, o Carmelita Ortega, a quien define como “la Rosa Parks de la frontera”. “No empecé como historiador, sino como un investigador cultural de las calles. Al entrar a los clubes nocturnos en El Paso o a los de la avenida Juárez o Mariscala en Ciudad Juárez, de repente me encontraba con rasgos de la historia de la Revolución por donde quiera, y empecé a explorar ese terreno geográfico porque la frontera en sí es mi verdadero personaje”.
Carmelita Ochoa, recuerda Dorado, se negó a pasar por el humillante proceso de las desinfecciones al que eran sometidos los mexicanos que deseaban ingresar a territorio estadunidense; también cuenta la historia de Víctor Ochoa, primer líder de la División del Norte, 15 años antes que Villa. “Me pregunto por qué el espiritismo de Madero no solo es un movimiento religioso sino político, y lo empiezo a ver con todos sus vínculos internacionales. Sigo a Teresita y la sigo a Arizona, a El Paso, la tratan de asesinar tres veces y se va a San Francisco a mostrar sus poderes psíquicos, y a Nueva York, donde gana un concurso de belleza”.
Dorado ofrece la mirada de un microhistoriador, no una visión absolutista sobre qué es o debiera ser la historia, ni apuesta por ver todo desde una pirámide sino como microhistorias, que incluye a las mujeres como un elemento importante y a la frontera como un punto geográfico fundamental, tan solo porque Ciudad Juárez fue varias veces capital provisional de México. “¿La Revolución mexicana empieza en el zócalo? No, y no hay otras ciudades que engendren la revolución como El Paso y Ciudad Juárez, por su ubicación estratégica: todos los flujos pasan por la frontera, como el contrabando de armamento; muchos intelectuales, como Flores Magón, usaron a El Paso como base de propaganda y de reclutamiento”.
La frontera ofrece una narrativa como punto geográfico subterráneo, cultural, de lucha: “Lo que pasa en esa frontera va a influir en lo que pasa en el centro”, asegura el historiador, quien lo refleja mediante una serie del libro, volumen que cuenta con fotografías poco conocidas de esa etapa.
El libro se presenta hoy, a las 19 horas, en la Casa de Ediciones Era, Mérida 4, colonia Roma, con los comentarios de Claudia Canales y Antonio Saborit. m