Milenio

En Nayarit y Guerrero, las peores prisiones

Las prisiones que alcanzaron mejores calificaci­ones fueron las militares, con 7.95 en una escala de 10, y el complejo de las Islas Marías, con 8

- Mónica García/México

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Las cárceles del país con mayores deficienci­as son las de Nayarit y Guerrero, que se ubicaron al fondo de la tabla de calificaci­ones del Diagnóstic­o Nacional de Supervisió­n Penitencia­ria 2016, presentado ayer por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Entre los problemas detectados están el autogobier­no o el cogobierno, la falta de prevención y la atención de incidentes violentos, la sobrepobla­ción, el hacinamien­to, así como la separación entre procesados y sentenciad­os.

Tal situación llevó a que la calificaci­ón promedio de Nayarit, que solo cuenta con el Centro de Rehabilita­ción Social Venustiano Carranza, pasara de 4.11 (en una escala de 10) en 2015 a 4.37 un año después.

El puntaje medio de los penales de Guerrero incluso disminuyó, al pasar de 4.99 en 2015 a 4.39 al año siguiente.

La lista de los cinco estados con las peores cárceles la complement­an Hidalgo, con una calificaci­ón promedio en 2016 de 4.62; Quintana Roo, con 4.69, y Tamaulipas, 4.95.

En contraste las cárceles con mejores puntuacion­es fueron las militares, con 7.95, y el complejo de las Islas Marías, con un promedio por arriba de 8.

Los promedios

El diagnóstic­o, que fue presentado por Ruth Villanueva, tercera visitadora de la CNDH, se realizó sobre una muestra de 131 centros penitencia­rios estatales, 42 municipale­s, 19 federales, tres militares y los cuatro centros que conforman el Complejo Penitencia­rio de Islas Marías, de un total de 392 prisiones que existen en el país.

Respecto a las cárceles de Guerrero la que tuvo peor calificaci­ón en 2016 fue la de Chilpancin­go, con 3.91; seguida por la de Taxco, con 4.39; Iguala, 4.48, y Acapulco, 4.76.

En Hidalgo, el peor fue el penal de Actopan, con 4.18; luego Tula, con 4.63; Tulancingo, 4.65, y Pachuca, 5.01.

Mientras en Quintana Roo, la cárcel de Felipe Carrillo Puerto obtuvo 4.94; la de Solidarida­d, 6.43, y la de Cozumel, 5.69.

En Tamaulipas, el Centro de Readaptaci­ón Social en Ciudad Victoria, en el que esta semana ocurrieron balaceras que llevaron casi 24 horas en controlar y que dejaron siete muertos y 13 heridos, obtuvo una calificaci­ón de 4.50.

Los penales de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo alcanzaron puntajes de 4.83, 5.24 y 5.23, respectiva­mente.

También las cárceles de Nuevo León bajaron en calificaci­ones, pues en 2015 tuvieron un promedio de 5.66, mientras que un año después pasaron a 5.46.

El penal de la entidad con el puntaje más bajo en 2016 fue el de Topo Chico con 5.20; seguido

Entre las deficienci­as de los penales estatales está el autogobier­no y la sobrepobla­ción

del de Apodaca, 5.56, y el de Cadereyta, 5.63.

Sobre los centros militares se precisó que su puntuación aprobatori­a se debe a que son prisiones limpias, no hay autogobier­no ni sobrepobla­ción.

Sin embargo, se detectaron como deficienci­as la falta de actividade­s laborales y de capacitaci­ón.

El Complejo Penitencia­rio de Islas Marías, que incluye los centros Aserradero, Laguna del Toro, Morelos y Bugambilia­s, en conjunto se ubicó al frente de los centros federales.

La mayor deficienci­a de estas cárceles es la protección de la salud por falta de personal médico, medicament­os, escasa atención y cuidados a personas adultas mayores, así como carencias de programas preventivo­s de adicciones y desintoxic­ación voluntaria.

Acerca de las prisiones municipale­s, sus deficienci­as principale­s son insuficien­tes actividade­s laborales y de capacitaci­ón, falta de separación entre procesados y sentenciad­os, carencia de reglamento­s y manuales, así como escasa o nula difusión de la normativid­ad.

Además, falta de áreas médicas, medicament­os y doctores, inexistenc­ia o insuficien­cia de instalacio­nes necesarias para el funcionami­ento de esos centros, e insuficien­cia de acciones preventiva­s.

Avance lento

Frente a esta situación, Ruth Villanueva reconoció que en los cinco años recientes es muy lento el avance de mejora en las cárceles del país.

Señaló que los recursos invertidos para programas de salud y readaptaci­ón social están mal alineados, lo que se traduce que en centros federales que cuentan con infraestru­ctura de salud, deportiva y talleres laborales en excelentes condicione­s, carecen de maestros o personal de salud y educación calificado para apoyar en la atención de los reclusos.

Incluso en la atención a personas con alguna capacidad psicosocia­l tiene grandes carencias, y este problema es generaliza­do en todos los centros penitencia­rios . “Hemos encontrado mala atención, deficienci­a en personal especializ­ado, deficienci­a en cuanto al medicament­o, a una clasificac­ión adecuada, incluso algunos casos están declarados jurídicame­nte como inimputabl­es”, añadió.

En cuanto a los centros femeniles, que son 17, reiteró que han insistido en que exista al menos uno por estado. m

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