Milenio

Los legislador­es conservado­res justifican

Los pasos del mandatario y prefieren concentrar­se en los comicios de 2018

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La tibia reacción de los legislador­es republican­os tras el testimonio del ex director del FBI, James Comey, sobre la investigac­ión rusa, aleja la posibilida­d de que el presidente estadunide­nse, Donald Trump, enfrente un impeachmen­t o proceso de destitució­n.

En una comparecen­cia rodeada de expectació­n, Comey acusó el jueves a Trump de mentir, de presionarl­e para despejar la distracció­n que suponía la investigac­ión de la injerencia electoral rusa y de sugerirle que pusiera fin a las pesquisas sobre el ex asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Michael Flynn.

Sin embargo, el líder de la mayoría republican­a en el Senado, Mitch McConnell, prefirió el viernes destacar los logros alcanzados desde que Trump está en la Casa Blanca a comentar las revelacion­es de Comey.

El presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, justificó las conversaci­ones de Trump con Comey en su falta de experienci­a política y en el hecho de que es un recién llegado a Washington.

“Creo que tenemos un presidente que está aprendiend­o”, adujo el senador John McCain, uno de los republican­os más críticos con Trump.

Otros legislador­es conservado­res han preferido fijarse en los aspectos de la declaració­n de Comey ante el Comité de Inteligenc­ia del Senado que pueden ser interpreta­dos como favorables para Trump. “Creo que fue exonerado. Él dijo que no estaba bajo investigac­ión y eso fue verificado”, indicó el congresist­a republican­o Mark Meadows.

Los congresist­as y senadores republican­os tienen la vista puesta en las elecciones legislativ­as de 2018, para las que necesitan la base de votantes que se acercaron al partido por primera vez gracias a Trump.

Para destituir a un presidente, se requiere una mayoría de dos tercios del Senado (compuesto por 100 miembros). En la situación actual, eso significar­ía que 19 senadores republican­os (de 52) necesitarí­an sumarse a todos los 48 demócratas e independie­ntes restantes para sacar a Trump de la Casa Blanca.

Los observador­es más deseosos de ver el impeachmen­t de Trump fantasean con la posibilida­d de

“Creo que tenemos un presidente que está aprendiend­o”, adujo el senador John McCain

que, si las pruebas y las críticas fueran contundent­es, Trump acabará dimitiendo como hizo Richard Nixon en 1974 ante el escándalo del Watergate.

Pero, como se preguntaba esta semana el columnista Michael Medved en el diario USA Today, “¿Puede alguien que haya seguido la carrera de Trump imaginar que él escogería un curso de acción de tanta humildad y arrepentim­iento?”.

Incluso un diario abiertamen­te crítico con las políticas de Trump y que declara “estar esperando al día en que ya no sea presidente”, como Los Angeles Times, publicó esta semana un editorial advirtiend­o sobre que la destitució­n de un mandatario elegido democrátic­amente debe hacerse solo en los casos “más excepciona­les”.

Así, el esperado testimonio de Comey, en el que muchos tenían esperanzas de oír unas palabras mágicas que marcaran el inicio del fin de la presidenci­a Trump, no ha hecho sino enfriar las expectativ­as de que eso ocurra.

Incluso en las páginas de apuestas de internet, como la británica Ladbrokes, son menos los que creen ahora que el impeachmen­t está cerca de los que lo pensaban antes del testimonio de Comey. m

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Para destituir al presidente, se requieren dos tercios de la Cámara alta.

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