Los renglones torcidos de Trump
Donald Trump es a Francis Underwood lo que los Moreira son, Humberto y Rubén, para sí mismos. Todo indica que debido a su falta de apego por los libros (digo, para un hombre que como Moreno Valle ha escrito más libros de los que ha leído, y con más faltas de ortografía que los espectaculares de Margarita Zavala que escriben cajón con “g”, qué hueva ler al menos los clásicos de la ciencia política, de Tocqueville a Habermas, la Escuela de Frankfurt, hacer el pasito Sun Tzu y darle una vuelta a Platón para ver lo que es eterno, sin olvidar a Rousseau, Montesquieu, Hobbes y varios más), el presichente gringo esperó la salida de la quinta temporada de House of Cards para copiarle a Kevin Spacey todos los movimientos chuecos para que no lo corran de la Casa Blanca por pasarse de hijo de la chingada, con una pequeña ayuda de unos mapaches mexiquenses que trastocaron a su favor los procesos electorales, torció todos los estatutos del devenir político en Washington, se pasó por las gónadas todos los principios de la moral democrática, se llevó al baile a los padres fundadores que jamás se imaginaron que el matrimonio Underwood era peor que Imelda Marcos y su maridito.
Eso sí, en vez tirar por las escaleras a uno del gabinete para distraer la atención, armar una buena cortina de humo y escapar al juicio político —que no dudaría en hacerlo si es necesario—, Donald decidió elegir en un volado si declararle la guerra a Norcorea, invadir México o mandar al averno todas las reformas que Obama armó sobre Cuba. En un acto que nos hace mirar con cierta nostalgia a Nixon, Reagan y los Bush, regresó las relaciones de Washington con La Habana a los peores tiempos de la crisis de los misiles. A ver si a Trump no le sale el tiro por la culata cuando los cubanos decidan cobijarse con Vladímir Putin, cuya generosidad es infinita, ya ven que le ofreció su dacha a las afueras de Moscú a Comey, el ex del FBI, después de despotricar contra el pelos de elote que se siente más bonito que ninguno.
Ya lo único que le falta a Donald es ofrecerle una lana al Congreso para que lo dejen hacer lo que quiera, como hizo Chesarito Duarte al entregarle a los diputeibol 22 millones a cambio de que lo dejaran endeudar a Chihuahua por 6 mil mdp. Eso y lo de Ochoa Reza, que le dio el PRI de Morelos al ex tesorero de Javier Duarte, acusado de trácala.
Con razón hasta los ex dirigentes del tricolor están escandalizados.
A Donald solo le falta irse de bruces contra las leyes de la gravedad y las de Newton. No tarda.
Francis lo debe ver con conmiseración. M