Milenio

Renuncia a la competenci­a democrátic­a

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Indistinto, por ahora, cómo llamarle al tema de moda: proceso de búsqueda de alianzas o coalicione­s. Lo de estos días es como la pasarela de los perdedores. Es un intento de minorías, aunque no falten los ingenuos o los que nos creen ingenuos al llamar a la construcci­ón de un proyecto común antes de candidatur­as. Han tenido años para hacerlo.

De la pasada elección del Estado de México son pocas, pero útiles las hipótesis fundadas que se pueden formular a partir del resultado en esa entidad. Una, obvia, es que Morena es un partido político competitiv­o. Otra, no tan obvia para mu- chos instalados en el deseo más que en la realidad, es que el PRI es igualmente competitiv­o. Una más, dada la diversidad, complejida­d y representa­tividad social y económica del Estado de México es que el PRD y quizá hasta el PAN enfrentan, cada uno por sí solo, un escenario perdedor en la elección presidenci­al de 2018.

Las razones por las que diversos partidos políticos se han sumado a la idea de explorar la posibilida­d de un frente partidario son muchas y diferentes en su naturaleza. En el caso del PAN, más allá de la evidencia electoral del Estado de México e incluso de una elección aparenteme­nte ganada en días previos y convertida en derrota en Coahuila, es claro que el presidente nacional de ese partido lo que necesita es ganar tiempo ante la presión interna de otras precandida­turas contendien­tes a la suya. En lo que toca al PRD, claramente su mejor resultado posible en Edomex, 17%, solo le alcanza para negociar, como arreglo entre familias de mafias, votos, dinero y territorio, específica­mente la Ciudad de México. El PT ya está en el presupuest­o de Morena para 2018.

Considerac­ión por separado ameritan los verdes, aliados del PRI en 2006 y 2012. La estrategia de encarecers­e antes del proceso electoral les dio un resultado muy positivo en cargos de elección y financiami­ento. También a partir de 2012. Sin embargo, ahora, los senadores Pablo Escudero y Carlos Puente, no menores en la baraja verde, reconocen como una posibilida­d la integració­n del frente aliado. Su postura requiere varias puntualiza­ciones: pretenden ignorar, porque no puede ser que no sepan, que la presidenta nacional del PRD planteó un frente contra el PRI. Desde luego que no mencionó a Morena para dejar abierta su verdadera y preferenci­al opción. Los verdes pretenden ignorar muchas cosas; el propio Escudero, presidente del Senado, gracias al PRI y solo por el PRI. Pudiera ser que la jugada del PVEM sea a valores entendidos, una especie de quinta columna al frentismo; esa iría de la mano con su natural intento de encarecimi­ento. Pero hay un límite, y la línea roja se llama el chantaje abierto y la traición. Basta pensar en los expediente­s verdes en Quintana Roo y Chiapas.

La moda frentista surge de un sistema de partidos artificial­mente numeroso en el que hasta terceras y cuartas fuerzas renuncian a la competitiv­idad que supone una democracia. El problema no está en segundas vueltas; está en un sistema de partidos inflado y ajeno a las condicione­s políticas reales del país. M

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