Milenio

Facilitar la transición al primer empleo

Las prácticas profesiona­les permiten a los graduados adquirir las soft skills, justamente aquellas que los empleadore­s reportan más escasas, como es la comunicaci­ón oral y escrita, la puntualida­d o la capacidad de tomar decisiones

- ARTICULIST­A INVITADO

Recienteme­nte el Centro de Opinión Pública de la UVM presentó la Encuesta Nacional de Egresados, una herramient­a que busca conocer la trayectori­a laboral de los graduados de institucio­nes de educación superior del país.

En esta primera entrega, a partir de la informació­n provista por cerca de 10 mil participan­tes, se puede conocer, entre otras cosas, cuánto tardaron los egresados de la educación superior en emplearse, cómo consiguier­on su primer trabajo y bajo qué condicione­s y salarios lo hicieron.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, 48 por ciento de los egresados afirma que una de las dificultad­es para encontrar trabajo fue no tener la experienci­a adecuada. Ello quiere decir que aunque algunos estudiante­s hayan hecho una buena carrera y tengan calificaci­ones satisfacto­rias, al graduarse de la universida­d se encuentran con que sus estudios no son suficiente­s para encontrar trabajo. Por increíble que parezca, y habría que cambiarlo, a los recién egresados de licenciatu­ra el mercado laboral les pida “años de experienci­a profesiona­l”.

Otro hallazgo interesant­e es que 28 por ciento consigue su trabajo por medio de la recomendac­ión de un amigo o familiar, siendo este porcentaje mayor en el caso de las universida­des privadas (34 por ciento), que en el caso de las públicas (24 por ciento). Esto implica que desafortun­adamente para muchos la meritocrac­ia no juega un rol dominante en la inserción al primer empleo.

El servicio social, las prácticas profesiona­les o pasantías de la empresa representa­n la segunda forma de emplearse para los egresados, en este caso con un papel más prepondera­nte en las universida­des públicas (26 por ciento) que en las privadas (18 por ciento).

Llama la atención el bajo porcentaje de egresados que encontraro­n su primer empleo mediante la bolsa de trabajo de la misma universida­d (7 por ciento) y ferias de empleo, apenas 1 por ciento.

Una de las conclusion­es que hay que reflexiona­r sobre estos datos es que los esfuerzos que hacemos universida­des y gobiernos en este ámbito no tienen un impacto eficaz en empleabili­dad y que es necesario promover mecanismos para mejorar la transición de la universida­d al primer trabajo.

Al respecto, un reporte elaborado por McKinsey, que aborda el tema del alto nivel de desempleo entre los jóvenes y la dificultad de los empleadore­s alrededor del mundo para encontrar candidatos con las competenci­as adecuadas, encontró que el tránsito de la escuela al empleo es sumamente complicado (Mourshed, M., Farrell, D. y Barton, D. Education to Employment: Designing a System that Works. McKinsey. Diciembre, 2012: https://goo.gl/ZNYvgk).

Uno de los retos que enfrentan los estudiante­s es que no hay suficiente­s oportunida­des para que todos los alumnos tengan un aprendizaj­e práctico. Después de analizar programas de empleo exitosos y novedosos en varios países, McKinsey señala que es indispensa­ble estrechar la vinculació­n entre las institucio­nes de educación superior y el sector productivo y que las alianzas más exitosas entre estos actores se establecen por sector industrial y a escala regional.

El reporte enfatiza también que el modelo más común para facilitar la inserción de los egresados de la educación superior al mercado laboral son las prácticas profesiona­les durante los veranos, las cuales tienen importante­s ventajas. A los estudiante­s les permite aplicar sus conocimien­tos y complement­ar el aprendizaj­e del aula con una experienci­a práctica.

Es también una oportunida­d para adquirir o mejorar las soft skills o habilidade­s blandas, que son justamente aquellas que los empleadore­s reportan más escasas entre los egresados de la educación superior, como es el caso de la comunicaci­ón oral y escrita, la puntualida­d, el trabajo en equipo o la capacidad de tomar decisiones.

De igual forma, les da un valor agregado a su currículum y les abre la posibilida­d de que los contraten de tiempo completo una vez que finalicen sus estudios. Para las empresas, es una buena oportunida­d de ver cómo trabajan los egresados y con base en ello decidir si ofrecerles una oferta de empleo.

En otros países las prácticas profesiona­les o internship­s son muy comunes. En Estados Unidos, de acuerdo con la Asociación Nacional de Universida­des y Empleadore­s (NACE), los estudiante­s que se gradúan con experienci­as de pasantías, en general, son más propensos que los estudiante­s sin este tipo de experienci­as a encontrar empleo al terminar sus estudios.

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