Diplomacia de altura
En estos días se presenta en Roma una versión de la ópera Carmen con una puesta en escena verdaderamente hilarante —una especie de carnaval folclórico de tema mexicano. Entre las muchas reacciones, del bostezo a la carcajada, que podría inspirar un adefesio así, el embajador de México ha decidido manifestar “sorpresa” e “indignación”. No por lo que se ha hecho de Carmen, tan querida de Nietzsche, sino porque el espectáculo presenta una “visión caricaturesca” de México.
El embajador ha escrito a la superintendencia de la Fundación del Teatro de la Ópera de Roma. En ese nivel estamos. Y es noticia.
La escenografía, el decorado, el vestuario, son de una fealdad dolorosa, como montados con los desechos de una tienda de souvenirs de aeropuerto. Pero no hay nada de nuevo. Speedy González no es más sofisticado que eso (y no hubo una protesta de Ruiz Cortines en su momento). La directora, Valeria Carrasco, dijo que vio una fotografía del desierto de México y pensó que “podría ser hasta Sevilla”, y por eso: Carmen. Pues sí, con ganas de comparar, también podría ser Bután. Pero tampoco se puede pedir más de una foto. El resto está en la tienda de souvenirs, lógicamente.
Por lo visto, cuando piensa en México, la señora Carrasco piensa en toreros y calaveritas, y en Frida Kahlo. Significa que su fuente de inspiración son las películas de Walt Disney. Pero es que el público que va a la ópera en Roma reconocerá a México porque hay toros y calaveritas, y una señora peinada como Frida Kahlo. Y no es más compleja la idea que puede hacerse de Iraq, India, Afganistán o Suecia.
El embajador se ofreció a “compartir información sobre la riqueza y complejidad” de la “auténtica cultura mexicana”. Cuya riqueza incluye el hecho de que la inversión pública está en niveles de hace 70 años, que los salarios son inferiores a los de China, que la policía de Sinaloa mató en un enfrentamiento a 19 personas el pasado fin de semana —cosas así.
En 1965, Arnaldo Orfila fue defenestrado en el Fondo de Cultura por publicar Los hijos de Sánchez. Porque el libro, una obra maestra, denigraba a México. Estamos en la misma veta, salvo que ahora nos preocupa que en Roma haya un desfile de calaveritas. Alguien lo ha confundido todo. M