El socavón, ¿epílogo del sexenio?
El jefe del Ejecutivo pide no hacer juicios anti- cipados sobre el socavón morelense. Hay que esperar los (¿rigurosos?) peritajes encargados, entre otras instancias, a la Secretaría de la Función Pública (SFP), de triste memoria. Por el momento el Presidente ha ordenado al titular de la SCT separar de su cargo a todos aquellos involucrados directamente con la trágica obra (¿chivos expiatorios?). Al secretario, aparentemente, se le obsequia toda la confianza presidencial. No causa sorpresa que el responsable formal del problema siga en funciones, como si nada. Excepto que, esta vez, el socavón tiene indicios de derrumbe express.
Por ahora, y como dictan los arraigados usos y costumbres de esta nación, no hay culpables; hay víctimas, como siempre, de la negligencia gubernamental que fue expuesta por un agujero. Los hechos alrededor de la tragedia cuentan la historia: no tuvieron importancia las denuncias hechas, varias semanas atrás, por los pobladores cercanos al lugar del boquete. Ninguna autoridad, menos el titular de la SCT estuvo enterado. Tal vez el secretario dedujo que era un chisme de vecindad contra la vilipendiada administración de la que forma parte.
La hipótesis más verosímil insinúa que hubo una importante filtración (no solo de agua) de corrupción: una obra diseñada para durar 40 años se colapsó al cabo de tres meses. Un proyecto fallido que costó alrededor de 2 mil 200 millones de pesos, el doble de lo originalmente presupuestado (siguiendo el ejemplo de la Estela de Luz, de Calderón). En México pululan los socavones. La mayoría pasa inadvertida, excepto cuando los casos se convierte en escándalos mayúsculos o en tragedias. Las compañías encargadas de la construcción del Paso Express, algunas inhabilitadas por el propio gobierno federal, incurrieron en irregularidades entre las que se puede destacar la mala calidad de los materiales empleados para la obra. La misma(s) empresa(s), por cierto, es responsable de construir, entre otros proyectos más, la Torre de Control del próximo Aeropuerto Internacional de la CdMx: ¿cuántos aviones estarán en riesgo al momento de aterrizar o despegar? Pregunta inevitable.
El socavón señala la urgencia que este país tiene de construir instituciones que en verdad combatan a la corrupción. No organismos de papel como la SFP. Sin embargo, la actitud gubernamental es desdeñar o aplazar su operación. El Senado está en deuda con el país al no haber nombrado a los magistrados del Sistema Nacional contra la Corrupción. El mismo órgano postergó la designación de un fiscal que encabece una verdadera cruzada para abatir la brutal corrupción que hoy, más que nunca, muestra su esplendor. Se tiene la impresión de que es mejor dejar que nuestro entorno siga como está: pudriéndose y, como en el caso del hoyo de Morelos, cobrando vidas inocentes. El negocio antes que la responsabilidad.
El socavón morelense es una fuerte llamada de atención al gobierno federal y los gobiernos locales. Es un aviso, además, de que ya no hay un espacio adicional para otro hoyo. El próximo, sin duda, será la tumba para esta fallida administración presidencial. M