Milenio

Ingenio estadunide­nse, bajo el ataque de China

El robo y la expropiaci­ón de propiedad intelectua­l cuesta a las empresas de EU 600 mil mdd anuales, equivalent­es a 3 por ciento del PIB

- Wilbur Ross El autor es el secretario de Comercio de Estados Unidos.

El Departamen­to de Comercio de Estados Unidos alberga a la Oficina de Patentes y Marcas Registrada­s, cuya misión es proteger a los innovadore­s estadunide­nses y su propiedad intelectua­l. Por encima de su entrada está inscrita una cita de Abraham Lincoln: “El sistema de patentes echó más leña al fuego del genio”.

Pero en la actualidad, el sistema de patentes de EU y el ingenio que protege están bajo un grave ataque. El costo para las empresas estadunide­nses por el robo y la expropiaci­ón de propiedad intelectua­l es hasta de 600 mil millones de dólares al año, de acuerdo con la Comisión sobre el Robo de Propiedad Intelectua­l de EU.

Piensen en lo que esto significa, más de 3 por ciento del producto interno bruto de Estados Unidos se pierde cada año por robo, piratería y espionaje. China es el principal culpable: representa 87 por ciento de todos los productos falsificad­os que se confiscan en la frontera. Pero esta sorprenden­te estadístic­a no logra capturar un peligro mayor que plantea la forma como las empresas y el gobierno chinos tratan la propiedad intelectua­l de Estados Unidos. Pekín anunció su plan Hecho en China 2025 para dominar la producción de los semiconduc­tores, la inteligenc­ia artificial, los vehículos autónomos, la biotecnolo­gía y cualquier otra industria de alta tecnología que tenga la posibilida­d de impulsar el crecimient­o económico más allá de 2025.

Estados Unidos, que se mantiene como el país más innovador del mundo, se interpone firmemente en el camino de China. Pero en lugar de construir una economía competitiv­a de libre mercado a escala mundial con el fin de competir, China decide obligar a las empresas estadunide­nse que quieren operar en su territorio a entregar su tecnología patentada y su propiedad intelectua­l al imponer como requisito previo la formación de empresas conjuntas con compañías locales para poder tener acceso al mercado: al limitar la propiedad estadunide­nse a 50 por ciento o menos de la mayoría de las empresas en China, y en algunos casos, al exigir transferen­cias de tecnología como parte de los contratos de la venta de productos.

Pekín y las empresas chinas también tienen una estrategia de inversión mediante la cual identifica­n las startups estadunide­nses con avances científico­s y más tarde invierten en esas empresas con mejores condicione­s que las del mercado.

La principal considerac­ión en estas inversione­s no es la tasa de retorno, sino capturar las nuevas tecnología­s, que a menudo en China se utilizan para otros propósitos. A través de inversione­s como esta, las empresas chinas logran tener acceso a la tecnología de vanguardia que puede generar miles de millones de dólares de ingresos en el futuro sin tener que pagar regalías.

Un pago excesivo inicial de unos cuantos millones de dólares es muy importante para una startup estadunide­nse de alta tecnología, pero es un error de redondeo en relación con los objetivos a largo plazo que tiene China de miles millones de dólares de superiorid­ad tecnológic­a.

Los chinos buscan activament­e esas empresas estadunide­nses que son pioneras de la tecnología de la que carece China. Entonces, a continuaci­ón fijan cuidadosam­ente la mira en esas empresas con el fin de adquirir su experienci­a y conocimien­tos.

Mientras tanto, las empresas que buscan acceso al mercado o al capital chino tienen la presión de entregar sus patentes, sus investigac­iones más avanzadas y su conocimien­to y experienci­a. La ofensiva contra la propiedad intelectua­l estadunide­nse no termina allí. Son menos conocidos los esfuerzos que realizan abogados chinos para iniciar demandas antimonopo­lio en los tribunales chinos con el fin de invalidar patentes sobre la teoría de que crean monopolios ilegales. Piensen en lo contradict­orio que es eso. Toda la idea de una patente es recompensa­r al inventor con un periodo de derechos exclusivos por su invento.

Un monopolio que se otorga legalmente no es una justificac­ión para los procedimie­ntos antimonopo­lio. Pero China está dispuesta a hacer todo lo posible para capturar la tecnología estadunide­nse.

Ayer, el presidente Donald Trump orientó a Robert Lighthizer, representa­nte de comercio de EU, para determinar si debe investigar formalment­e las políticas, prácticas o acciones chinas que puedan perjudicar la propiedad intelectua­l, la innovación, la tecnología de las empresas estadunide­nses al fomentar o solicitar la transferen­cia de tecnología­s a China. A través de esta directiva, el presidente Trump cumple con otra promesa de campaña para considerar todas las herramient­as adecuadas para abordar las actividade­s comerciale­s chinas que puedan dañar los intereses económicos de Estados Unidos.

Es el primer presidente que toma pasos significat­ivos hacia hacer frente a un tema muy importante. A través de esa acción toma los pasos estratégic­os necesarios para proteger la base de la innovación que alimentó la productivi­dad estadunide­nse y apuntaló nuestra seguridad nacional por décadas.

Los avances tecnológic­os le darán forma a nuestro futuro, y bajo el mandato del presidente Trump nuestros innovadore­s van a cosechar las recompensa­s de su disposició­n a asumir riesgos e inventar nuevos productos y servicios que hacen que Estados Unidos sea el país más innovador del mundo.

Las actividade­s de China también perjudican a nuestros aliados y socios que comparten nuestro compromiso con la innovación y valoran la competenci­a abierta. Ellos deben estar igualmente alarmados. Vamos a proteger primero nuestra propiedad intelectua­l, pero también vamos a liderar la restauraci­ón de un sistema económico libre y justo basado en las reglas.

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Del país asiático, 87 por ciento de los productos apócrifos detenidos en las fronteras.

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