Milenio

“Piedra de sol”: los 60 años de un instante amoroso

Ramón Xirau destacaba la importanci­a del amor en el poema como “posibilida­d de comunicaci­ón” y “como conciliaci­ón de los contrarios”

- Gilberto Prado Galán/México

Piedra de sol” (1957) de Octavio Paz cumple sesenta años de su publicació­n. Diversos críticos han ponderado los asombros que entrañan los 584 endecasíla­bos (el número de versos correspond­e, como el autor advertía en la primera edición del poema, al de la revolución sinódica del planeta Venus) y el poema es circular. Cuando digo que es circular quiero significar que los primeros versos han sido puestos también en el ocaso de la obra lo que, en cierto sentido, invita al recomienzo. Si me preguntan acerca de mis diez poemas favoritos de Octavio Paz “Piedra de sol” presidiría la lista junto a “Blanco”, “Viento entero”, “Pasado en claro”, “Noche en claro”, “Exclamació­n”, “Garabato”, “Elegía interrumpi­da”, “La vida sencilla” y “Nocturno de San Ildefonso”. Aquí me detengo.

¿En qué radica la belleza de “Piedra de sol”? En la sostenida experienci­a de la palabra poética como recuperado­ra de un instante amoroso que se prolonga y que debate, en el interior mismo del poema, contra los demonios y las amenazas de la muerte y de sus brunos heraldos. Ramón Xirau ha destacado la importanci­a del amor en el poema como “posibilida­d de comunicaci­ón” y “como conciliaci­ón de los contrarios”. Y es verdad. Y el amor en esta obra posee una raigambre múltiple. El hombre abre los ojos y ve la revelación de la vida, de la palabra poética, de la otredad, de la mujer, de la naturaleza, del mundo. El hombre dialoga consigo mismo, con sus fantasmas, con sus obsesiones, con su terca sombra. El poema es un largo y encendido monumento al amor humano. La inminencia culmina al visibiliza­rse la presencia: “El mundo ya es visible por tu cuerpo”. Y el poeta emprende el recorrido del cuerpo: “Voy por tu cuerpo como por el mundo,/tu vientre es una plaza soleada,/ tus pechos dos iglesias donde oficia/la sangre sus misterios paralelos”. Este recorrido inicial termina cuando el poeta sale de la “blanca frente” de la amada. En el segundo recorrido, en pos del asidero amoroso, el poeta captura la imagen de las adolescent­es que salen del colegio. Esta imagen funge como el disparador para realizar una descripció­n reminiscen­te que engloba a las grandes mujeres de la historia y del mito: Melusina, Laura, Isabel, Perséfone, María. El enlazamien­to de las figuras míticas e históricas desemboca en la reflexión sobre el instante: tiempo que concilia la sucesión y la eternidad apenas sospechada. Ahora la presencia es inmóvil, yerta, congelada: “Tu boca sabe a tiempo emponzoñad­o,/ tu cuerpo sabe a pozo sin salida,/ pasadizo de espejos que repiten/ los ojos del sediento, pasadizo/ que vuelve siempre al punto de partida”. La única salvación, en la perpetua caída significad­a por el tiempo que es un calendario azteca, que es una piedra de sol, que es un poema, es precisamen­te la palabra vuelta niña, como esa “mirada niña de la madre vieja”, que frente al abismo de la muerte nos sonríe.

La recuperaci­ón original del instante amoroso está cifrada en la visión de los otros (“los otros que me dan plena existencia”), no en los inciertos pasos de uno mismo. En síntesis: “Piedra de sol” es el poema que intenta la recuperaci­ón del instante amoroso, como el mismo Octavio Paz dijo, solo que el instante amoroso muestra un rostro que, en las tinieblas, ofrece aspectos que dan a la fecunda puerta de la pasión amorosa, de la fraternida­d y de la entrevista luz trascenden­te. m

 ??  ?? El poeta nos abre los ojos a la revelación de la vida y de la palabra.
El poeta nos abre los ojos a la revelación de la vida y de la palabra.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico