Milenio

¿Qué sigue?

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Han transcurri­do los días y no se han aceptado las alternativ­as que se plantearon para superar el diferendo que se produjo en torno al método de encuestas para selecciona­r al coordinado­r(a) de organizaci­ón de Morena en Ciudad de México (reponer la encuesta o realizar una elección primaria).

He mantenido inalterabl­e esta propuesta. No hemos aceptado ningún ofrecimien­to de cargos alternos y nos hemos mantenido firmes en el propósito planteado de transparen­tar y dar certeza al procedimie­nto de selección.

He esperado pacienteme­nte una respuesta formal y hasta ahora no ha llegado.

El domingo pasado, por unanimidad, el Consejo Nacional de Morena ratificó los acuerdos del 9 de julio, los cuales establecía­n, entre otras disposicio­nes que las encuestas realizadas por Morena son inapelable­s e inimpugnab­les. En primera instancia, esto se consideró como una respuesta tácita a nuestro planteamie­nto. Sin embargo, estamos a la espera de una notificaci­ón escrita, explícita y directa, de acuerdo con la formalidad de la garantía de audiencia.

Por otra parte, el tema de la transparen­cia y objetivida­d de la encuesta ya rebasó el ámbito de Ciudad de México porque, conforme a lo informado el pasado domingo, se habrán de realizar alrededor de 2 mil 500 encuestas en las próximas semanas, para selecciona­r a las coordinado­ras y coordinado­res de organizaci­ón en igual numero de municipios, distritos federales, distritos locales, senadurías y gubernatur­as en disputa en 2018.

“¿Qué sigue?”, me preguntan simpatizan­tes, periodista­s y ciudadanos. La indefinici­ón no puede prolongars­e ni mantenerse al infinito. En los próximos días resolverem­os, conforme a la respuesta oficial que formule la directiva de Morena.

Por ahora estamos conversand­o con distintos actores políticos y sociales acerca del futuro de la ciudad.

Algunos creyeron que aceptaría cualquier cosa, un cargo o una posición administra­tiva futura, y que todo se olvidaría. Otros considerar­on nuestra postura como un gesto de chantaje o incluso un berrinche menor. Incluso, he recibido críticas y descalific­aciones al interior del movimiento, pero cada vez que me atacan me siento más convencido de que esta jornada tiene que ver con la dignidad y la democracia interna de nuestra joven organizaci­ón política.

No me alteran los denuestos. He vivido con ellos toda mi vida pública. Siempre los he vencido porque lucho por ideales, valores y principios, y cuando se lucha de esa manera no hay nada que temer.

Sin embargo, el sentido de esta lucha está en riesgo por el afán de la Nomenklatu­ra de imponer sus decisiones. Este proceder pervierte nuestros principios y postulados. Por qué negarse a una autocrític­a y a una mínima corrección, por qué desoír lo que los militantes plantean en la ciudad y en el país. Por qué cerrar los ojos y los oídos a los reclamos justos de no perder el rumbo.

Si deseamos y queremos la transforma­ción del país, ese debe ser nuestro objetivo central. También debemos luchar para que en las posiciones intermedia­s de dirección política se seleccione­n a los hombres y mujeres sin favoritism­os ni dictados de exclusión. No importan los puestos, así sea el más alto en la República, estos principios deben prevalecer.

Lo que importa es la congruenci­a y honrar la palabra dada. Por eso me mantendré firme hasta el final. Estoy convencido de que se puede enmendar cualquier error, que se puede corregir el desacierto, que se puede recobrar la confianza. Estamos a tiempo. M

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