Modelo fracasado
No es que quiera atorarles el chile en la nogada, pero EPN acaba de anunciar que podríamos regresar en 2018 a un modelo fracasado. Finas ironías aparte, me parece que el apuro tiene menos que ver con un posible mal gobierno que con el temor a unas represalias tan rencorosas como ejemplares a manos de la República Amorosa.
La oportunidad de cortar de lleno con la dictadura, reconciliando a México bajo un nuevo modelo cívico y democrático, Fox la tuvo, era suya, y la dejó ir. Con Calderón nunca hubo de qué preocuparse: cuando AMLO mandó en 2006 al diablo a las instituciones, lo que quedaba del PRI le ayudó al michoacano a cimentar su entrada a Los Pinos, instalándose un poco allí con él hasta el regreso oficial en 2012.
De cara a 2018, la preocupación es evidente. Sabemos que la pasada primavera, en reunión con empresarios, el presidente le pidió a Claudio X. González que censurara a su hijo y fundador de México Unido Contra la Corrupción y la Impunidad, entre otras cosas, para no abonarle el campo a Morena. Si le hubiera hecho caso, no nos hubiéramos enterado ayer de que Javidú es un asceta comparado con sus pares a escala federal, que en dos años se despacharon más de 7 mil millones con mecanismos similares. Por algo Los Pinos le apuesta con todo a que el procurador, Raúl Cervantes, se convierta en el nuevo fiscal general de la Nación: abogado del PRI y formado en la escuela del control político de las leyes, su nombramiento como fiscal carnal, amarrado por los siguientes nueve años, le aseguraría cierta impunidad virgiliana a la administración saliente durante el sexenio por venir. Una impunidad que no se merecen ellos ni, mucho menos, nosotros, las víctimas de su sistemático y desvergonzado atraco al colectivo nacional.
Posdata: quien lea en estas líneas un guiño al Rayito de Esperanza se equivoca de cabo a rabo: AMLO encarna los peores vicios de la vieja dictadura, incluyendo el desprecio a la legalidad, la demagogia, la autocracia y la corrupción clientelar que nos llevaron al socavón cívico y moral donde hoy estamos; que los hijos pródigos se peleen por el cochinito es otro asunto. Ya va siendo hora de mandarlos por parejo a la tiznada para buscar una elusiva tercera vía. M