Milenio

Disuasión y legitimaci­ón, lo que busca Corea del Norte

- Irene Selser

¿ Provocació­n o necesidad tecnológic­a? El sexto ensayo nuclear de Corea del Norte el pasado domingo, utilizando una bomba que podría ser de hidrógeno aunque nadie está en capacidad de asegurarlo, tiene más bien como objetivo principal “demostrar la credibilid­ad de su programa nuclear y balístico”.

Así lo considera el especialis­ta en Asia del Noreste y en Corea, Antoine Bondaz, de la Fundación para la Investigac­ión Estratégic­a, quien advierte en entrevista con Le Monde (04-09) que amenazar a la dinastía de Kim Jong-un con represalia­s, como lo hace Donald Trump, “refuerza la mentalidad de estado de sitio que perdura en Corea del Norte y permite al régimen mantener su control sobre la población”.

Para Bondaz, si bien las sanciones cumplen la función de “mostrar la unidad de la comunidad internacio­nal en su condena e intentar ralentizar el programa nuclear”, en los hechos éstas se han mostrado insuficien­tes para obligar al país asiático a desnuclear­izarse, “un objetivo que no parece ser viable en el corto plazo”.

Bondaz compara el ritmo de ensayos nucleares desde 1994 a la fecha, y su desmesurad­o incremento durante el actual mandato de Kim Jong-un le permite afirmar que desde que llegó al poder en 2011, Kim está inmerso en una “verdadera campaña (...) cuyos beneficios militares —la disuación— y políticos —la legitimaci­ón del régimen—, sobrepasan con mucho el costo económico de las sanciones y el aislamient­o diplomátic­o que ellas entrañan”. Las cifras son elocuentes: su padre Kim Jong-il procedió solamenre a dos ensayos nucleares entre 1994 y 2011, así como a 16 disparos de misiles balísticos, frente a seis ensayos nucleares y más de 80 disparos de misiles de su hijo en los últimos seis años.

Sobre el nivel de desarrollo del programa nuclear y balístico de Corea del Norte, Bondaz destaca que, vista la magnitud de la explosión subterráne­a del domingo, “esta bomba es, por lejos, la más potente jamás verificada” de parte de Pyongyang. “Muy probableme­nte haya sido una bomba de hidrógeno”, aunque tampoco él puede asegurar que Norcorea sea capaz desde ahora de equipar un misil interconti­nental con una bomba H y golpear con ella el territorio de Estados Unidos”.

Por lo mismo, dice que hay que esperar más ensayos balísticos interconti­nentales —como el que sobrevoló Japón el 29 de agosto—, ya que el país busca “mojorar su tecnología e intentar convencern­os de que la domina”.

De parte de EU y Europa, lo último que se debe hacer, afirma, es reconocer a Corea del Norte como potencia nuclear, lo que tendría graves efectos para el tratado de no proliferac­ión y volcaría en esa carrera a Japón y Surcorea. “Será difícil decirle a Tokio y a Seúl que Pyongyang tiene derechos pero ellos no”. m

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