Gobierno, peor que el sismo
El sismo del 7 de septiembre de 2017 es el más poderoso de los últimos 100 años. Los daños más severos se dieron en Oaxaca y Chiapas, dos estados de población en la miseria y gobernados por júniores represivos.
Paradójicamente Ciudad de México ha sido más dañada por las 14 tormentas de la temporada, 2 mil 750 casas afectadas y miles de horas perdidas.
La obvia causa de las desgracias serían los fenómenos naturales. Pero no es lo mesmo que lo mismo para todos. No es doctrinario decir que los jodidos sufren peor tormentas, sismos y demás cataclismos naturales.
Tan se puede disminuir el daño de éstos, que el sismo de 8.2 afectó significativamente menos a Ciudad de México que el de 1985, que fue de menor magnitud. Con todas las limitaciones y posibles perversiones, las medidas preventivas en la construcción evitaron una tragedia peor que la muerte de miles hace 32 años. Vale recordar que las peores tragedias ocurrieron en edificaciones públicas: Conalep, edificio Nuevo León, Multifamiliar Benito Juárez, Hospital General, Centro Médico y otros. Seguramente por la corrupción criminal de usar materiales de menor resistencia.
Es inadmisible que tras 20 años de gobiernos perredistas, incluyendo el de AMLO, las “inundaciones” sean cada vez mayores y de peores consecuencias. Simplemente estos gobiernos no realizan las tareas pertinentes para impedir esas inundaciones. Prefirieron las obras de relumbrón, como los segundos pisos.
Son peores los daños del mal gobierno que los desastres naturales.
La vida cotidiana de la inmensa mayoría de los habitantes de la Megalópolis es insoportable: horas para trasladarse a sus centros de trabajo o estudio; riesgos cotidianos de sufrir asaltos a mano armada en los transportes públicos, en las calles y avenidas; cada vez más es posible toparse con balaceras cruzadas entre bandas o entre éstas con las policías o militares en guerra contra el crimen organizado o como le quiera llamar Mancera.
Estamos fritos. Para el año próximo solamente tenemos al frente más de lo mismo: los gobernantes de hace 20 años compiten con cachuchas distintas, pero con las mismas mañas. Urge un temblor o una tormenta social para echarlos fuera. M