Milenio

LA RÉPLICA

El sismo de ayer dejó al descubiert­o que no importa cuántos simulacros hayamos hecho, nunca vamos a estar bien preparados para enfrentar los temblores reales. Así que le dejamos unos consejos útiles para cuando llegue la réplica tan anunciada

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Si está en un restaurant­e, deje unas monedas en la mesa. Con la confusión podrá decir que ya pagó la cuenta y que esa es la propina. Duerma con pantalón de pijama. No lo haga para evitar un resfriado, sino por los vecinos, quienes no tienen necesidad de verlo en trusa. Tenga su celular a la mano. Le va a servir para grabar a la gente histérica. Póngase tenis. Con las inundacion­es que hay por todos lados es fácil que agarre un ojo de pescado o unos hongos es las patrullas. Ubique su panadería más cercana. Después de los sismos, el bolillo se convierte en artículo de primera necesidad. Si usted está en un bar, agárrese de las meseras piernonas. No hay mejor ocasión para brindarle un apapacho a esas mujeres en pena. Sea empático con los demás. Pregúntele­s cómo están y si necesitan algo. No les cante a media calle "¿Dónde te agarró el temblor, mamacita?". ¡Eso no es ayudar! Agarre bien su trago. Si anda en la cantina, no deje su cubita por ahí. Piense que, si se cae, todo se va a llenar de vidrios o, peor aún, algún gandalla se la puede tomar. Cargue con los papeles importante­s. Pero no los de identifica­ción, sino los de la coartada que tendrá que inventar cuando le explique a su esposa por qué andaba a media noche en la calle. Después del temblor, avise que está bien a la gente que le importa. Es decir, a sus followers de Twitter y a sus amigos en el Face. Si después de eso todavía tiene señal, avísele a su abuelita. No correr, no empujar no gritar y no compartir memes mientras ocurre el temblor. La vida no vale un puñado de likes, retuits y favs. Los políticos, rectores y funcionari­os corruptos deberán abstenerse de desviar recursos públicos destinados a ayudar a los damnificad­os para usarlos en las campañas. No postear las canciones “Cuando pase el temblor”, de Soda Stereo, ni la de “Dónde te agarró el temblor”, de Chico Che, porque ya están muy choteadas para usarlas como soundtrack del postsismo. No expulsar al embajador de Corea del Norte. Ya tenemos suficiente con huracanes, inundacion­es, ataúdes debajo de los puentes, socavones y terremotos para que encima de todo nos echen una bomba atómica. Si está en la Ciudad de México, evite transitar por la glorieta de Vaqueritos, el Viaducto y por el deprimido de Mixcoac, en especial si se encuentran inundados. Podría ocurrir un tsunami. No quedarse en casa para evitar que se caiga la pantalla plana. De cualquier manera, en las campañas del 2018 le van a regalar otra. No despertar a Maussan para que explique las luces en el cielo. En las redes encontrará las respuestas. No apostar en la oficina para ver qué godín le atina al grado exacto del sismo. Y si apuesta, habrá que destinar el dinero recaudado a la ayuda. No hacer proselitis­mo a costillas del temblor ni explotar la imagen con las despensas (ahí les hablan, góbers). No ser díscola o díscolo y acudir al centro de acopio más cercano a donar víveres para los damnificad­os.

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