EL AMOR EN EL GRABADO AL BURIL
En esta reflexión hice a un lado los consensos sociales que tenemos sobre el amor, como el contacto físico, la reproducción, la interacción de dos o más personas. Me interesó la negación de eso, llevar a una circunstancia un tanto estoica, retomando a los estoicos, en donde implican más las razones que la emociones, como un paradigma de la apreciación del mundo, en este caso del amor. El toro no es una figura de la fiesta brava ni mucho menos, representa los orígenes del Minotauro. Ella es Pasífae y el feto en potencia, que está encapsulado en vidrio, es el Minotauro, que no se consumó por los consensos sociales sobre qué es el amor. Es el mito transmutado en mi perspectiva, Pasífae tiene un perro, una forma de negar el amor con los congéneres es recurrir a otros seres vivos para proyectar las pasiones, el amor, la afinidad. El amor a los animales no es una negación a los humanos, no es una misantropía, es una proyección de las emociones humanas hacia el mundo bajo una circunstancia específica que es la animal. El perro, excelencia en el arte, es símbolo de fidelidad. Hay un espacio arquitectónico infinito, es transparente, como dice Octavio Paz, porque está en todas las cosas que vemos o a través de ellas. El entorno laberíntico que ha estado presente en mi obra y que retomo en este caso tiene que ver con aspectos míticos, místicos, borgianos, si se quiere también. m