La tercera temporada de Club de Cuervos
Qué cosa tan más oportuna y divertida la nueva temporada de la serie mexicana Club de Cuervos que se acaba de estrenar en Netflix.
Oportuna porque con tantas desgracias que se han vivido en tantos rincones del país, qué rico poderse distraer un poco y reír con las babosadas de estos personajes.
Y divertida porque los responsables de este concepto le supieron dar un giro dramático particularmente chistoso a este concepto que, a fuerza de haber durado tantos años en ese sistema de distribución de contenidos en línea, estaba condenado a la repetición.
Pero no, ésta es la mejor temporada de todas, no hay manera de verla y de no reírse, y yo me atrevería a afirmar que este proyecto creció tanto que está más que listo para una cuarta entrega.
Déjeme lo pongo en antecedentes para que nos entendamos.
Club de Cuervos fue la primera serie de ficción de producción propia ciento por ciento mexicana de Netflix.
¿Qué tiene de especial? Que apela al mercado popular.
No es un título ambicioso, sofisticado ni que pretenda ganar premios en los más importantes festivales de cine independiente del mundo.
Es, para acabar pronto, como las enemil películas de La risa en vacaciones pero para las grandes multitudes del siglo XXI. Y se vale. Y se necesita.
La historia, como usted sabe, son las locas aventuras de los dirigentes de un equipo de futbol y la producción es de los mismos responsables de cañonazos de taquilla como Nosotros los Nobles.
¿Qué hay en esta temporada tres como para volverse loco de felicidad?
Primero, una evolución mucho muy atractiva en cada uno de los protagonistas. Ya no estamos hablando únicamente de chistes, estamos hablando de posiciones más complejas, de cuestiones que uno, como espectador, agradece.
Segundo, que en este nuevo paquete de capítulos pasamos de los deportes a la política y que el resultado es una experiencia delirante considerando de dónde venimos y que estamos a nada de las elecciones de 2018.
Tercero, que los fanáticos del futbol se van a carcajear con un montón de chistes privados que van, desde cuestiones que acabamos de ver con la Chivas hasta temas de televisión, del draft de la liga MX y más, mucho más.
Y cuarto, una lista de actuaciones especiales mucho más amplia que la que habíamos visto en las dos temporadas anteriores.
Para mí, la gran nota de Club de Cuervos (3) es la aparición de Rafa Márquez.
¿Por qué? Porque Netflix es una compañía estadunidense y porque, se supone, el señor Márquez no puede aparecer en nada que tenga que ver con ese país.
Así que usted, como mexicano, búsquelo y gócelo porque esto es algo que debemos celebrar y, ¿por qué no?, es algo que le debemos agradecer a Netflix.
¿Qué le puedo decir de esta tercera temporada de Club de Cuervos sin venderle trama?
Tres situaciones que creo que vale la pena destacar.
La primera es el cambio de locación del estado de Hidalgo al de Puebla.
Hay muchas versiones sobre el hecho de que Club de Cuervos haya dejado de grabar en el estadio del Pachuca. Desde asuntos que tienen que ver con costos hasta una supuesta molestia por parte de los tuzos.
El caso es que no hay nada confirmado pero haya sido como haya sido, es admirable la capacidad de respuesta de los responsables de esta serie para justificar el cambio de locación y, lo más importante de todo, para aprovechar eso para hacer más y mejores chistes. La segunda situación que me gustaría destacar son las actuaciones de Jesús Zavala (Hugo Sánchez) y Melissa Barrera (Isa Cantú).
Jesús, a quien apenas y habíamos visto en propuestas infantiles del pasado como Alegrijes y rebujos (2003) hace una interpretación tan perfectamente contenida que contrasta tanto con las de los demás, que invariablemente hace que uno se retuerza de la risa.
Y Melissa, estrella de telenovelas como Siempre tuya Acapulco, está irreconocible, maravillosa, en gran actriz, símbolo sexual, maldita total. Le juro que cuando la vea la va a adorar.
¿Y la tercera situación a destacar? ¿Cuál sería?
Independientemente del gran reconocimiento que se merecen todos los actores nuevos y viejos que participan en esto, yo quisiera hacerle su homenaje en vida, una vez más, a los inmensos Mariana Treviño y Luis Gerardo Méndez.
¡Qué manera de hacer comedia popular mexicana en televisión!
Y si no me cree, compare escenas como la de Mariana en el aeropuerto y como la de Luis Gerardo grabando un spot con las mejores escenas de emisiones como Vecinos y Mita y mita y dígame si no se aprecia una pulcritud actoral, una manera de construir personajes mucho más de adentro.
Mis respetos para ellos y para sus compañeros en la parte literaria, musical, de producción y postproducción. ¡Así se hace!
Por favor, luche por ver ya lo nuevo de Club de Cuervos en Netflix.
Es la cosa más oportuna y divertida que usted se pueda imaginar. ¿A poco no?