“Llevé al límite el sexo, la violencia y la crítica: Robert Crumb
El padre del cómic subterráneo estadunidense, creador del mítico fanzine Zap Comix y de personajes como el gato Fritz, Mr. Natural y Angelfood McSpade, habla por primera vez para un medio mexicano sobre su obra, sus gustos musicales, los sesenta y más
Nacido en 1943, Robert Crumb fue creador de Zap, la primera revista de los llamados “comix” o cómics subterráneos de la década de los sesenta en Estados Unidos. Se trata, sin duda, de uno de los grandes artistas gráficos del siglo XX. Su trazo, abigarrado y obsesivo, lo mismo ha documentado el viaje drogófilo de la era hippie que la belleza de la mujer o las historias del Libro del Génesis, sin dejar a un lado los héroes del blues, el jazz y el ragtime a quienes ha retratado profusamente. Avecindado en Francia desde 1992, accedió a realizar una entrevista exclusiva, la primera que concede a un periodista mexicano, en la que discute la escena política de Francia y Estados Unidos y su trabajo como padre del cómic underground. En los sesenta usted solía ser caracterizado como un artista sexista. En los tiempos actuales lo llamarían mucho peor. ¿Cómo cree que la gente de hoy reaccionaría a su arte si lo mirara por vez primera? No lo sé, no estoy seguro de ello, no tengo idea, es difícil de decir. Pero lo que es cierto es que hoy puedes mirar en internet y hay de todo, cualquier locura sexual que quieras ver la puedes encontrar ahí. Cuando estábamos haciendo esas cosas a finales de los sesenta y principios de los setenta, en realidad se trataba de rebelarse justamente en contra de lo que mencionabas: el conformismo represivo del periodo previo, ¿sabes? Más allá de eso, se trataba de escandalizar. Fue divertido, fue un tiempo muy bueno. Fue un periodo muy loco y libre, sexualmente hablando.
¿Cuál era la intención? ¿Simplemente divertirse?
Estaba el elemento divertido, pero también el artístico. Ya sabes, el “expresarte a ti mismo”. Ninguno de estos caricaturistas “subterráneos” estaba en esto por el dinero, obviamente. En los primeros días no había dinero en ello, o había muy poco. No podías vivir de esto. Era muy experimental, una forma nueva de usar el medio de los cómics. Probar lo que fuera y ver qué pasaba. Estábamos determinados a liberarnos de todas las viejas restricciones que los libros de cómics y las tiras cómicas de los periódicos habían impuesto. Empujamos en contra de todas esas restricciones agobiantes: el sexo, la violencia, la crítica política radical o lo que fuera. Lo llevamos al límite. Eran los tiempos, parte de la rebelión cultural general.
Usted nunca conectó realmente con la música de la época.
No. No me gustaba.
¿Sus hijos le han enseñado música moderna? ¿Le ha llegado a gustar?
Cuando mi hija era pequeña yo solía ponerle discos viejos. Parecía que alguna realmente le gustaba. Pero cuando llegó a la adolescencia le entró a la música popular, el punk y todo eso.
El punk es bueno.
¿El punk es bueno? ¿Te gusta el punk? ¡Ugh, no puedo soportar esa cosa! Un montón de ruido horrible. Sophie también le entró al rap y algunas veces trató de convertirme al rap.
¡¿Convertirlo a usted?!
Sí, me enseñó algunos ejemplos del mejor rap, me hacía escucharlo. Yo entendía su punto pero para mí el rap ni siquiera es música en realidad. Ahora mi hija tiene 35 años y como que ha regresado a la música vieja.
Todos regresamos. ¿Cómo se interesó en el jazz viejo y el blues? ¿Cuándo comenzó a escucharlo?
Estaba bastante joven, en mi adolescencia. Me gustó la moda inicial del rock n’ roll de 1955 a 1956 y el 57, pero empecé a perder el interés. Ahí fue cuando viré hacia toda esa música vieja y empecé a buscar antiguos discos de 78 rpm de música vieja, jazz y blues de los años 20. Aún me encuentro completamente enganchado en esa música más antigua, y ahora me gusta música más vieja de todo el mundo, incluyendo México. Hay gran música mexicana producida en ese tiempo en el sur de Estados Unidos, principalmente en Texas. Música norteña. Exacto, norteña. Me encanta. Escuché mucha y encontré muchos viejos discos de 78 rpm cuando vivíamos en el Valle Central en California en los setenta y ochenta . La música norteña solía ser cultura baja en México. Ahora es extremadamente popular, pero antes era para borrachos que se la pasaban
en cantinas, y eso no cambió por muchas décadas.
Es música grandiosa, esos viejos corridos, canciones, valses y polkas. No entiendo las palabras, puesto que nunca he aprendido español, pero amo los sonidos de esos viejos acordeones y violines. En los ochenta solíamos comer en un restaurante bar mexicano cercano, el Arreola´s Café. Los braceros iban a comer y beber y a veces un par de ellos llevaban un acordeón y una guitarra y tocaban y cantaban canciones. Me parecían magníficas. Sonaban como esos viejos discos de los años treinta.
¿Qué hace actualmente? Tras El Libro
del Génesis Ilustrado, ¿en qué ha estado trabajando estos años?
Principalmente en trabajos pequeños. He hecho algunos cómics con mi esposa Aline, colaboraciones con ella. Aparte hago portadas de discos de música que me gusta o retratos de gente… no soy tan prolífico como solía serlo, no trabajo tanto como antes. Mi esposa y yo estamos planeando hacer un proyecto colaborativo grande, pero no lo hemos comenzado aún. Estamos en la etapa de investigación.
¿El Libro del Génesis le llevó cuántos años? ¿Cuatro?
Sí, cuatro años de trabajo. El proyecto más grande que he hecho. Para cuando lo terminé estaba realmente cansado de la Biblia.
¿Llegó a alguna conclusión acerca de la religión y el catolicismo después de pasar por todo eso? Sé que su familia era católica.
Sí, me criaron como católico, fui a una escuela católica, en la que enseñaban monjas. Aún me sigo recuperando de ello. Nunca te repones de un lavado de cerebro de esa magnitud. Y sí, claro, descubrí muchas cosas mientras trabajaba en el Génesis. Descubrí mucho sobre la Biblia. Quizá lo principal es que me di cuenta que es una locura que haya gente en esta época que todavía use ese libro como fuente de guía moral. Seguro hay algunas palabras de sabiduría aquí y allá, es una verdadera mezcolanza, pero el Antiguo Testamento, caray, es rudo. Es duro. M