Homenaje a Manuel Cabrera El Pis
En reconocimiento a uno de los mejores profesores de jai alai en México, el Club Britania Zavaleta de Puebla albergará el segundo torneo en su honor
Con al menos 30 pelotaris se disputará el segundo Torneo de Jai Alai, en homenaje a Juan Manuel Cabrera El Pis, en el Club Britania Zavaleta de Puebla, los días 9 y 10 de diciembre en la modalidad de singles.
“Tenemos una decena de jugadores inscritos y llegaremos a tres decenas, ya que la mayoría de registros son de pelotaris locales, faltan los foráneos”, confirmó Elías Abed, presidente de la Asociación Poblana de Pelota Vasca.
LOS HIJOS DE EL PIS
Juan Manuel Cabrera nació el 11 de septiembre de 1929 en San Martín Texmelucan, Puebla. Debutó profesionalmente en el Frontón Metropolitano, pasó al de Caleta, en Acapulco, y al Frontón La Habana-Madrid. Conjugó su carrera como pelotari e instructor en los frontones Elorduy, Inclán, San Isidro de Torreón y Britania Zavaleta de Puebla.
Cientos de alumnos recibieron clases o corrigieron su técnica gracias a El Pis, entre ellos Samuel Inclán, Eduardo Elorduy, Nabor, Safont, los hermanos Elías y Julián Abed, Gonzalo Sierra y más. En Puebla hizo campeones nacionales como Polanco, Córdova, Francisco Emmelhainz, Óscar Jiménez, Fidel Moreno y Polo Bustos.
El Pis fue un hombre bohemio, su carácter lo llevó a conocer a figuras como Jorge Negrete, Kitty de Hoyos, José José, Germán Valdés Tin Tan y Mario Moreno Cantinflas, a quien le dio clases de jai alai.
Murió a los 86 años en su ciudad natal, donde vivía con sus hermanas. Hoy, la cancha del Britania Zavaleta lleva su nombre. Su legado lo define la lápida que le brindaron sus alumnos: “En recuerdo de nuestro gran maestro. Con todo nuestro amor… Te llevamos en el corazón”: Los hijos de El Pis.
EJEMPLO DE TODOS
Algunos alumnos y amigos así lo definieron:
“Fue un gran ser humano, muy alegre. También disfrutaba sus momentos de soledad. Se dice que tuvo dos hijos con una cubana que lo dejó para irse a Miami y nunca más los volvió a ver”, dijo Doris Galindo.
“Un hombre muy querido por todos. Tenía grandes conocimientos y fue formador de muchos pelotaris”, comentó Elías Abed.
“Fue el motor de tanta afición en Puebla. Recuerdo que cuando le preguntaban qué se necesitaba para ganar, sólo decía ‘hay que meterla”, explicó Polo Bustos.
“Dejó gran huella. Grande como profesor y persona. Lo recordamos con profundo cariño”, recordó Eduardo Córdova.
“Su experiencia con pelotaris de mucho nivel lo hizo un excelente maestro. Sabía mucho sobre el manejo de la cesta”, resaltó Fernando García Quezada.
“Tenía enorme carisma con los niños. Siempre se sacrificaba en beneficio de sus alumnos”, puntualizó Alejandro Safont.