Milenio

José Antonio Meade, candidato de la oligarquía y de Estados Unidos

- MIGUEL BARBOSA Senador de la República.

El presidente Enrique Peña Nieto definió quién será el candidato del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI): José Antonio Meade Kuribreña. ¿Con quién consultó esta decisión? No fue con su partido, ni con los sectores vivos del priismo. El Presidente básicament­e consultó con el gobierno de Estados Unidos y con la oligarquía mexicana. A esta decisión presidenci­al equivocada­mente se le ha llamado destape; no lo fue, el verdadero destape lo hizo hace unas semanas el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, cuando, ante el Cuerpo Diplomátic­o Acreditado en México, presentó a su antecesor José Antonio Meade como el virtual candidato del PRI.

Se le adelantaro­n al presidente Peña y este adelanto fue el producto de un acuerdo entre Luis Videgaray y su amigo Jared Kushner, yerno y asesor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El canciller mexicano es el actual representa­nte de los intereses del gobierno estadunide­nse en México, sustituyó en esta función a Carlos Salinas de Gortari, quien ejerció esta posición por mucho tiempo.

Con esta acción política, el canciller obligó al presidente Peña Nieto a apurar el anuncio que hizo el lunes 27 de noviembre. A fin de cuentas, el que andaba despistado era el presidente Peña, porque el Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos ya había tomado su decisión.

¿A quién impacta el perfil de Meade Kuribreña como candidato presidenci­al? Impacta al Partido Acción Nacional (PAN), muchos panistas traidores a su partido, rebeldes o no, están ya como coristas echando porras y saltando de gusto. Esta designació­n y la fractura que representa la salida de Margarita Zavala del PAN los tiene en la lona y no podrán levantarse.

Parecía que el pleito para 2018 sería entre los candidatos de Morena y PAN. Esto cambió con el destape de Meade. El PAN y el Frente Ciudadano por México siguen en la incertidum­bre por la indefinici­ón en el procedimie­nto para elegir a su candidato presidenci­al, llegaron al punto en que cualquiera que sea la decisión, será una mala decisión. Lo único que podrían hacer, pero dudo que ocurra, es que buscaran a un candidato sin partido y, con ello, hicieran gala de su autodenomi­nación de “Frente Ciudadano”. Son unos mentirosos, ¿cuál Frente Ciudadano? La verdad es que se trata de una coalición de burocracia­s políticas, ¿o si no, cómo podrían llamar a Ricardo Anaya, a Rafael Moreno Valle, a Miguel Ángel Mancera, a Silvano Aureoles y a Alejandra Barrales?

El PRI seguirá siendo el PRI hasta el día de su muerte; es decir, el partido de la frivolidad, de la fatuidad, de la adoración al poder y la simulación. El destape de Meade revivió en todo su esplendor el besamanos y la cargada. Fue patético presenciar cómo los sectores obrero y popular brindaron todo el apoyo de su partido a un no priista. En esta contienda, en la que tuvieron al Presidente de la República, los priistas reprodujer­on la vieja práctica del tapadismo y del Presidente omnipotent­e. Todos los que aspiraron a la candidatur­a como Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Eruviel Ávila y otros más fueron simples comparsas, admitieron sin chistar que un no priista como Meade Kuribreña fuera el candidato de su partido. Estos señores deberían jubilarse, esta generación de políticos priistas adoradores y serviles al poder no tuvo las agallas para decirle no al presidenci­alismo.

A los que estamos con Andrés Manuel López Obrador y con Morena, ni nos va, ni nos viene esta designació­n del presidente Peña Nieto, no nos aleja de ningún sector del electorado, al contrario, nos puede beneficiar. Bienvenido­s los buenos priistas a esta causa, la causa de la transforma­ción y del cambio verdadero de México. M

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