No todas las ciberestupideces son creadas iguales
Paris Hilton apareció en las redes sociales presumiendo cómo es que ella y Britney Spears (en ese orden) inventaron la selfie, hace 11 años y enseguida el ciberespacio enloqueció. Desde la primera fotografía en la historia hasta los autorretratos de los más importantes pintores, incluso Chandler y Joey en Friends haciendo maniobras sobre un turibus neoyorquino para sacarse la foto, demostró que la comadre estaba equivocada.
Pero, ¿qué tan equivocada estaba realmente? Seguimos debatiendo el inagotable tema respecto a que si hay o no publicidad mala. Y en el caso de alguien que vende productos a través de su fama, la respuesta es: probablemente no (a menos que en estos días la acusen de acoso sexual).
Está bien, esto es minúsculo e inofensivo, pero, ¿qué tal Donald Trump peleando por Twitter en la madrugada, esta vez con quien creía que era la primera ministro del Reino Unido, Theresa May, pero en realidad arrobando a una chica con solo seis seguidores y una cuenta privada? Quien tiene tiempo para averiguar cuál es el nombre correcto en la red de tu adversario político. Definitivamente alguien que no sabe que la Gran Bretaña no es su enemigo desde 1776, cuando terminó su Guerra de Independencia.
Ayer hablábamos de que a todo se acostumbra uno, pero hay de estupideces, como la de Paris Hilton, a acciones constantes y peligrosas, como las de un Presidente que asegura que tuitear es la “modernidad presidencial” y que no solo no sabe hacerlo, sino que inventa y lanza al ciberespacio palabras como COVFEFE, mientras el resto del mundo duerme.
Mientras tanto, tenemos a los expertos en comunicación digital y redes sociales del mundo discutiendo si el error de McDonalds en Twitter (pusieron un “Insertar texto aquí” y picaron send) fue imperdonable o verdaderamente brillante. Yo creo que cuando se dieron cuenta de lo que habían hecho y se rieron de sí mismos diciendo, “lo qué pasa cuando trabajas antes de tomarte ese primer café”, los sacó del problema y, sin duda, fue mejor publicidad que problema (la competencia los ayudó entrándole a la burla).
Pero, por otro lado, cuando las respuestas en internet son naturales y orgánicas tienen un tiempo de vida limitado. Nos acordamos de lo que queremos. Y cómo queremos. Es más, yo conozco a gente que jura y perjura que leyó el tuit de Ninel Conde, donde confundía el tsunami con el surimi. Un gran logro para la mujer, considerando que ni existía la red cuando ese rumor se propagó como fuego.