Milenio

“Empezaron los balazos y no oímos niños ni mujeres”

El fuego cruzado se dio al ir a rescatar a un compañero, aseguraron

- POLICÍAS ESTATALES NARRAN LO SUCEDIDO EN TEMIXCO Rafael Montes/México

Los policías estatales de Morelos que participar­on en el enfrentami­ento en Temixco con miembros de una presunta banda criminal, en donde murieron cuatro mujeres, un niño de 13 años y una bebé, relataron que cuando los disparos comenzaron desde adentro de la casa, no escucharon gritos o voces de mujeres o niños que les pudieran haber alertado de que estaban allí.

“Si alguien nos hubiera dicho ‘hay niños’, la historia hoy sería otra”, dijo uno de los uniformado­s en entrevista con Carlos Puig para MILENIO Televisión.

La balacera se dio con gente de José Alberto Valdez, El Señor de la V, presunto líder de una célula del cártel de Jalisco Nueva Generación, con vínculos con los Beltrán Leyva, quien ya ha sido detenido en dos ocasiones, pero liberado por órdenes judiciales.

De manera anónima, los oficiales platicaron que tras la balacera, cuando este individuo finalmente se entregó, salió con un niño en brazos, quien no se veía espantado. “Nunca vimos ni llanto, ni lágrimas, ni nada”. En cambio, el presunto capo amenazó a cada uno de los policías: “¡Se los va a llevar la chingada a todos!”.

La historia de esa noche empezó cuando los policías recibieron una denuncia anónima vía telefónica de que en ese domicilio llegaban sujetos armados con personas encapuchad­as y que en ocasiones se escuchaban disparos. “Para no caer en omisión de servicio” decidieron acudir al sitio para corroborar los hechos. Al llegar, vieron a algunas personas, dos de las cuales llevaban armas cortas.

“¡Deténgase, policía del estado, para poder llevar a cabo una inspección!”, les gritaron. Pero los sujetos corrieron hacia la casa. Uno de los policías corrió tras ellos y alcanzó a tomar a uno por el hombro izquierdo. Pero este sujeto se volteó, tomó al uniformado por el chaleco y lo arrastró a la casa.

Entonces comenzaron los disparos desde adentro del domicilio hacia los oficiales. “Lo que hice fue efectuar disparos hacia donde veía la chispa. Mis amigos me gritaban ‘¿estás bien?’”, dijo uno de ellos.

Tras él, otros uniformado­s entraron para intentar rescatarlo, en medio del fuego cruzado. Los policías escuchaban los insultos y las amenazas desde el interior de la casa, que estaba a oscuras. “Siempre se escuchó una persona que decía que íbamos a valer madre, que iba a pedir apoyo y que a ver de a cómo nos tocaba”, platicó otro.

Uno de los policías explicó que la construcci­ón del inmueble no les favorecía, pues no encontraba­n un lugar en dónde resguardar­se, había muchos cristales y el pasillo por el que avanzaban no tenía techo. “A todo momento fuimos exhortando a estas personas que se detuvieran. ‘¡Policía del estado!, ¡Dejen sus armas!, ¡No disparen!’” Pero no cesaban los disparos ni las amenazas. “Estábamos en vulnerabil­idad porque lo que es el pasillo no estaba techado. La luz natural nos alcanzaba a encandilar a nosotros. Del interior del domicilio hacia afuera pienso que sí nos veían porque escuchábam­os cómo susurraban ‘ahí, ahí, ahí está uno, ahí tienes a uno’”, agregó otro de ellos.

De pronto, el fuego cesó. Se escuchó la voz de un hombre diciendo que se iba a entregar. Luego, la voz de una mujer diciendo “solo nos vamos a cambiar”.

A partir de entonces, afirmaron los policías, ya no dispararon más, pese a que desde adentro los tiros continuaba­n. Pasó como hora y media para que el sujeto saliera con un niño en brazos. El niño, tranquilo. Sin lágrimas ni llanto. “Mi compañero le gritaba que lo bajara, que quería ver sus manos. No le importó su familia. No sé cómo la mantuvo callada en el baño”, comentó uno de ellos.

Los policías alcanzaron a ver el baño con “gente occisa y lesionada”. De otras habitacion­es salieron cuatro niños y cuatro adultos. Las ambulancia­s y otras patrullas atendieron a los menores y las mujeres.

Hasta después se enteraron del historial criminal de Valdez Chapa. Ahora viven con temor por ellos y por su familia. Los uniformado­s aseguraron que no tienen culpa y que confían en que esto se esclarezca. “Nos han hecho creer que somos unos monstruos”, pero pidieron que se escuche también su versión. m

Mencionaro­n que los agresores se rindieron y un sujeto salió con un niño en los brazos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico