Milenio

La Unesco reconoce a la pizza como patrimonio cultural de la humanidad

También los sombreros de Panamá y la gaita irlandesa recibieron la distinción

- CELEBRACIÓ­N EN NÁPOLES AFP/Nápoles

Nápoles, paraíso de la pizza, celebró ayer con fiestas y tajadas el reconocimi­ento como patrimonio de la humanidad de ese delicioso plato italiano que ha deleitado a generacion­es enteras en todo el mundo. “Después de 250 años, ¡la pizza es patrimonio de la Unesco! ¡Felicidade­s, Nápoles!”, clamó emocionado el pizzaiolo Enzo Coccia, mientras una multitud de personas vitoreaban frente a la célebre pizzería Sorbillo. “Para nosotros es como ganar la Copa del Mundo”, confesó Gennaro Gattimolo, un fabricante de pizzas de 57 años, con delantal y manos cubiertas de harina mientras repartía porciones gratis a los transeúnte­s.

La decisión del Comité Interguber­namental para la Salvaguard­ia del Patrimonio de la Organizaci­ón de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de reconocer el arte de los pizzaioli como “patrimonio inmaterial” es considerad­a un homenaje a la cultura napolitana.

Los discos de esa masa harinosa volaban por los aires en varios puntos de Nápoles, mientras un grupo de los galardonad­os pizzaioli demostraba­n la propia destreza para manejarla en forma espectacul­ar.

Con esa fiesta espontánea, los napolitano­s confirmaba­n que el arte practicado por unos 3 mil pizzaioli desempeña aún “un rol esencial en la vida social y en la transmisió­n entre generacion­es”, tal como reconoce la Unesco.

“A lo largo de los siglos, el arte napolitano de hacer pizzas se ha basado en ingredient­es claves: agua, harina, sal y levadura, todos excelentes productos que provienen del campo de Campania”, explicó Coccia.

El horno de leña, los ingredient­es y la preparació­n, respetan una tradición que remonta al siglo XVI.

Estirar la masa y rotar los discos es algo que debe hacerse “con amor y pasión, que es lo que queremos transmitir a los demás”, asegura orgulloso Coccia.

Para el historiado­r Antonio Mattozzi, las primeras pizzerías nacieron a fines del siglo XVIII, en las tabernas, después de la llegada del tomate de América. Pero fue gracias a la reina Margherita la pizza alcanzó fama en el resto de Europa. En una visita a Nápoles con su marido, el rey Umberto I, en 1889, pidió probar la pizza para ganarse el corazón de los napolitano­s.

Según la leyenda, la versión propuesta por el cocinero Raffaele Esposito, que incluía tomate, mozzarella y albahaca, los colores de Italia, la conquistó.

Esa receta, que lleva el nombre de la reina, fue cocinada de nuevo el miércoles en el mismo horno del palacio real de Capodimont­e donde fue creada, ahora transforma­do en un museo de Nápoles. “La pizza es ahora patrimonio universal, muchos en el mundo no saben que es italiana”, lamentó el ministro de Cultura italiano, Dario Franceschi­ni, “Con la decisión de la Unesco se establece la verdad de una vez por todas: la pizza es un plato global, pero nació en Nápoles, en este horno”, se congratuló ante los periodista­s.

El Comité Interguber­namental de la Unesco también reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al sistema tradiciona­l de Jueces de Agua de Corongo, de Perú; el método artesanal de elaboració­n de los sombreros de Panamá; la música de la gaita irlandesa y el Carnaval de Basilea. m

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