¡Feliz 2018 y se vale soñar…!
El cierre de un año y el inicio de otro, como lo marca la tradición, es momento para meditar profundamente y revisar los hechos que realizamos o nos sucedieron durante los últimos 12 meses, en los ámbitos personal, familiar, laboral y social y, en un balance sereno, apuntar aciertos para profundizarlos y fallas para corregirlas…
De esta manera, se trata de días favorables para extraer lecciones del pasado, pues la vida individual y colectiva es un proceso de constantes aprendizajes; y, por supuesto, renovar los deseos de salud, bienestar y toda clase de parabienes para nuestros seres queridos, así como de plantearse metas y propósitos factibles de cumplir en las próximas 52 semanas.
Pero también es ocasión propicia en el calendario para soñar, con la razón y el corazón, en objetivos superiores; luego, yo tengo anhelos muy ambiciosos para este 2018, que hoy vio su primer amanecer…
Así, sueño que el orden internacional será capaz de revertir las injustas y dramáticas condiciones de hambre, de insalubridad, de violencia, de ignorancia y de soledad que sufren millones de niñas y niños en el orbe.
Sueño que se frenarán significativamente las agresiones sexuales, el maltrato, el acoso y todo tipo de violencia y de sojuzgamiento contra las mujeres, y que la igualdad sustantiva de géneros será una realidad extendida.
Sueño que ningún ser humano será excluido, etiquetado ni discriminado por su condición de edad, raza u origen étnico, religión, nivel de ingresos, orientación sexual, nacionalidad o ciudadanía, educación, enfermedad, discapacidad u otro rasgo identitario.
Y sueño que la corrupción, la ignorancia, el populismo, el nepotismo, el odio y la frivolidad serán desterrados de los círculos del poder político, y la libertad, los derechos humanos y la democracia se vigorizarán como principios cardinales de la convivencia entre los individuos y naciones.
Como mujer de fe ruego a Dios para que mis sueños se cumplan, pero del mismo modo trato de encontrar aquello que está en mis manos aportar hacia esos propósitos para proceder en consecuencia.
El ilustre Víctor Hugo, con buen tino, expresó: juzgaríamos con mucha más certeza a un hombre por lo que sueña que por lo que piensa.
Por lo anterior, deseo dicha y felicidad para los lectores y lectoras de MILENIO en este año nuevo, al tiempo que, con mi mayor respeto y humildad, les convoco a soñar e ilusionarse con un México —y un mundo— justo, seguro, desarrollado y respetuoso del medio ambiente, y a identificar los factores y circunstancias en los que tienen posibilidades de intervenir y actuar para que ello suceda… M