La filosofía de 2018
Ya desde Luis Echeverría con su famoso “Arriba y adelante” de 1970, los lemas de campaña fueron el anuncio programático en la estructura sexenal del poder y anunciaban la importancia de lo mediático en la fabricación de los nuevos presidentes.
En esa estructura político-filosófica regía y dominaba el presidencialismo como eje central del régimen corporativo y la democracia de partido único, apoyado por los monopolios de la comunicación.
En nuestros días, ese poder presidencial fue atravesado por una efímera alternancia y una transición que desembocó en vacíos y descomposición del viejo régimen. En los lemas de las tres coaliciones que hoy se ofrecen como esencia de la democracia mexicana se esconde la nueva filosofía del poder que pretende gobernarnos en el siguiente sexenio.
“Meade, ciudadano por México”, nos dice que el candidato ya no solo será de quien lo propone, es decir, el PRI. Su desnaturalización como afiliado al partido del viejo régimen, bajo la idea de ser un ciudadano común (sic), sugiere la idea de un suicidio o un priicidio como propuesta novedosa o de cambio.
En esta filosofía del poder en construcción, el ciudadano Meade es lo importante y da como garantía su no pertenencia al partido postulante. Su filosofía en la geometría es ganar el centro político, ante el corrimiento a la derecha de sus adversarios.
Por México al Frente, filosóficamente trata de cubrir el pecado de 2006, cuando ambos partidos (PAN-PRD) tuvieron la oportunidad a la mano de lo que hoy proponen, pues en aquel año, entre ambos, tenían 70 por ciento del poder para reformar el Estado y no lo hicieron.
Doce años perdidos representa esta coalición, cuya esencia es vencer al monstruo con el cual se han aliado. Su lema solo destaca la idea de hacer un frente contra los otros y hace de la juventud y arrojo del candidato azul su principal patrimonio.
Juntos haremos historia es el lema de esta coalición entre el viejo priismo, la descomposición y la ultraderecha reciclada, con el tres veces candidato presidencial al frente, cuyo mérito esencial podría ser su insistencia, pero que se agota ante la repetición de su discurso, el desgaste de sus insultos y moralejas. El país cambió en estos 18 años, pero su candidato no. Lo único nuevo en él es que no se inspira en la Constitución, sino en la Biblia.
Su lema es su propia caricatura: Moisés en el Éxodo o Juárez pactando con el clero. Su función es una nueva derrota, pues esa ha sido su tarea en la primera, segunda y ahora la tercera.
Marychuy CNI-EZLN, desde el fondo del mar de injusticias, el racismo galopante y la exclusión, propone al país que busca emerger y está contenido en las periferias. Estar o no estar en la boleta, quizás no cambiara las cosas en el corto plazo, pero si haría la diferencia de una alternativa verdadera y distinta, que se viene juntando… M