“TRUMP, NETANYAHU... PUEDEN CERRAR EL PICO?”
Los tuits del magnate y los mensajes del primer ministro israelí en apoyo a las marchas antigobierno en Irán, más que beneficiar al movimiento opositor, solo endurecen la respuesta de las autoridades, según los propios activistas
Las voces críticas en Irán lo tienen difícil. Las autoridades suelen considerarlas “antirrevolucionarias”, es decir, contrarias a la república islámica que en 1979 sustituyó a la monarquía.
Y cuando esa crítica alcanza a la cúpula del país, entonces incluso se les tacha de “peligro para la seguridad interna”. Peor aún es si los críticos tienen contactos y apoyo desde el exterior del país. Entonces ya es espionaje y traición a la patria. Los críticos son expuestos como mercenarios del enemigo de la Revolución Islámica. Rápidamente entran en la famosa cárcel de Evin, en el norte de Teherán.
En las recientes protestas en Irán, las reacciones y el apoyo desde el extranjero se han convertido en un gran problema, especialmente si se trata de países que la cúpula gubernamental considera enemigos acérrimos. En lo más alto de esa lista figuran el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Si estos hablan, el escenario de la teoría de conspiración es ya perfecto.
Según el diputado Mahmud Sadeghi, las teorías conspirativas ensombrecen las protestas y exigencias de la población, que el propio gobierno ha reconocido. Justo eso es lo que ha pasado esta vez. Los numerosos tuits de Trump y el mensaje de Netanyahu en apoyo a los manifestantes han sido más bien contraproducentes.
“El primero no quiere dejar entrar a los iraníes a EU; el otro insiste en bombardearnos a diario”
Así quedó de manifiesto también en la oración del viernes en Teherán. Las voces de protesta, siempre que vengan del pueblo son legítimas, “pero si son por encargo de Trump y Netanyahu, son inaceptables y serán asfixiadas por el pueblo”, dijo el influyente clérigo Ahmad Jatami. También el jefe del Estado Mayor, Abdulrahim Musavi, ve al “gran Satán” (EU) y a los “sionistas” (Israel) tras los disturbios y considera que los manifestantes “están guiados por el demonio” y quieren dañar Irán.
Para demostrar que los “guiados por el demonio” no forman parte del pueblo iraní, las autoridades organizan casi a diario sus propias manifestaciones y apelan al orgullo nacional de los ciudadanos. Cientos de miles, en su mayoría funcionarios, tienen que salir a la calle para demostrar su patriotismo en Teherán, incluso a pesar de tratarse del viernes, el día de descaso.
“¿Podrían cerrar el pico un poco?”, dijo el estudiante de derecho Shahram. Trump y Netanyahu tienen que entender que en Irán no gustan ni a los defensores ni a los detractores del sistema. Uno (Trump) no quiere dejar entrar a los iraníes en Estados Unidos, y el otro (Netanyahu) todos los días quiere bombardear Irán, explicó Shahram.
“¿Los estadunidense realmente estarían tan preocupados por los derechos humanos en el país si pudieran hacer negocios armamentísticos multimillonarios con Irán?”, tuiteó el reconocido actor iraní Shahab Hosseini, distinguido en Cannes.
El artista se refería a los negocios que Trump hizo con los saudíes el año pasado. Los críticos con el gobierno en Irán señalan que la política de derechos humanos de Trump es hipócrita, pues en este punto la situación en Arabia Saudita es mucho peor que en Irán. m