Postal desde el palacio de Eltham
UNA MEZCLA PERFECTA ENTRE
En los suburbios del sureste de Londres hay una quimera. A un lado de un camino indescriptible, en una parte de la ciudad a la que es difícil llegar sin un mapa, está el palacio de Eltham, una suntuosa mansión art decó que se construyó alrededor de los restos de una residencia real de la Edad Media.
Más de ochenta años después de que se diera a conocer, la reconstrucción ultra moderna de Stephen y Virginia Courtauld de lo que alguna vez fue el hogar de Enrique VIII sigue siendo una impactante obra arquitectónica sin igual. Pero las sorpresas no terminan aquí, pues abrió de nuevo al público después de una remodelación de 1,700 millones de libras a cargo de English Heritage y que le agrega más capas a esta historia.
Se abrieron habitaciones a las que antes no se tenía acceso, incluyendo un búnker de los tiempos de la guerra y un vestidor, pero lo verdaderamente importante y que no se conocía es “la sala de mapas”. Incluso los restauradores se sorprendieron cuando encontraron debajo de varias capas de pintura y barniz los mapas enormes en los que los Courtauld alguna vez planearon sus viajes. Junto a estos aparecen también unas pinturas delicadas y muy coloridas de pagodas, agujas de cúpulas de iglesias y bestias míticas que enroscan sus colas y pliegan sus alas.
La historia del palacio de Eltham puede empezar en 1086 o en 1933, dependiendo de la parte de la casa en la que uno se encuentre. El sitio se registró por primera vez en el estudio Domesday; después se utilizó para construir un palacio para el rey Eduardo IV y que acogió a reyes y reinas de Inglaterra durante siglos. Su suerte se acabó durante las guerra civiles, cuando fue saqueado y después abandonado. Cuando los Courtauld lo encontraron en la década de los 30, se utilizaba como granero.
John Seely y Paul Edward Paget, los arquitectos que contrató la pareja, se dieron a la tarea de restaurar la parte en mejor estado del edificio, el Gran Salón, antes de crear una opulenta y moderna casa a su alrededor. Los primeros huéspedes comparaban el lugar con un set de filmación de Hollywood, en parte por el vínculo que tenía la pareja con la industria del cine. La fortuna de Stephen Courtauld proviene del negocio familiar de textiles, pero a él pertenece Ealing Film Studios, y cada habitación parece un set distinto.
El salón de entrada tiene un enorme techo de concreto y vidrio con adornos de madera clara y exótica; es totalmente diferente al salón de dibujo que está decorado con pesadas maderas decoradas con un estilo rústico húngaro, y que no parece pertenecer al baño dorado estilo griego que usaba Virginia.
El trabajo del diseñador de interiores de Courtauld, Peter Malacrida, llegó hasta el yate de lujo de la pareja, que también proporciona a la casa un extraño motivo de unificación. Se diseñó Eltham para parecer un trasatlántico, que entonces era lo más sofisticado. Las habitaciones de invitados están decoradas con muebles a la medida, calentadores eléctricos y un sistema de altavoces que transmite música de gramófono. Y los corredores están inspirados en mirillas tipo ojo de buey.
Este palacio se construyó con la idea de divertir, por lo que una de las propuestas de English Heritage es un tour interactivo en el que los visitantes son invitados a una fiesta en Courtauld y hacen el papel de uno de los actores sociales, políticos o exploradores que pasaron fines de semana aquí.
Los Courtauld no tuvieron mucho tiempo para disfrutar su nuevo hogar antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, ya que se tuvieron que refugiar en el sótano hasta 1944, cuando el ejército ocupó el inmueble. El búnker bastante cómodo de la familia cuenta con salas de billar, un cuarto oscuro para revelado y dos recámaras extras, y también se abrió al público.
Nancy Mitford describió a los años 30 como la década en la que el lujo abrió paso a la comodidad. Eltham Palace, con su mezcla ecléctica de confort moderno y grandeza histórica, nos hace sentir que con la suficiente cantidad de dinero se puede disfrutar de ambos.