Narcorrepública amorosa
El hijo de Fausto Vallejo tecateaba con Servando Gómez, La Tuta, para palomear cargos y candidaturas, y Jesús Reyna, su secretario de Gobierno y luego gobernador interino, terminó preso por sus vínculos con el crimen organizado. Vallejo acaba de renunciar al PRI para buscar la alcaldía de Morelia. ¿Su abanico de posibilidades partidistas? El PT, el PES o Morena que, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son tres partidos distintos en un mismo dedo verdadero.
También está Julio César Godoy, hoy prófugo en parte gracias al apoyo del siempre fiel lopezobradorista y entonces perredista Alejandro Encinas, quien lo contrabandeó al pleno de la Cámara de Diputados para que pudiera asumir cargo y fuero, mismos que le fueron revocados cuando lo agarraron en comprometedora llamada con la misma Tuta. ¿Quiénes fueron los únicos dos legisladores que votaron en contra de quitarle el fuero a Godoy? Jaime Cárdenas, hoy del PT y coordinador jurídico de AMLO, y Gerardo Fernández Noroña.
De no menos relieve tenemos a José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala y operador de Guerreros Unidos, cártel que masacró a los normalistas la noche del 26 de septiembre de 2014. ¿Dónde se refugiaba Abarca cuando lo apañó la policía tres meses después? En una Iztapalapa cuyo delegado era Jesús Valencia, quien renunció al cargo luego de destrozar en estado etílico un coche “prestado” por un proveedor de la delegación. Valencia, quien acaba de renunciar al PRD para integrarse oficialmente al proyecto de AMLO, en 2009 sirvió como negociador cuando Juanito se rehusó a cederle la silla a Clara Brugada, y en 2011 coordinó la promoción del voto para Ángel Aguirre, candidato perredista a la gubernatura de Guerrero, el mismo Guerrero donde se asienta la Iguala de Abarca.
Lo de Vallejo está en veremos: el rechazo popular a su candidatura llevó a López Obrador a decir que ésta quizá no se dé. De lo que no hay duda es de la intención del tabasqueño de crear una guardia nacional que aglutine a todas las corporaciones policiacas y castrenses bajo el mando único del presidente —oséase, de él—, y la de amnistiar a los cárteles. A buen entendedor. M