Milenio

5 consejos para iniciarse en la práctica del yoga

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1. SABER QUE EL YOGA QUE ES MUCHO MÁS QUE POSTURAS FÍSICAS

Sea que tu interés sea meramente de mantenimie­nto físico o que busques algo más allá, lo primero que hay saber antes de iniciar una práctica yóguica es que las asanas o posturas son solo uno de los ocho brazos del yoga. Pensar únicamente en los beneficios físicos del yoga sería como tener un Ferrari para ir al súper, es una opción pero qué desperdici­o. El maestro BKS Iyengar usó el símbolo de un árbol para explicar lo que el sabio Patanjali dejó asentado en los Yoga Sutras “los brazos del yoga deben ser practicado­s y perfeccion­ados a fin de percibir el verdadero yo, el objetivo último del yoga”. El primer brazo es Yama, la raíz y son las reglas de moralidad universale­s para la sociedad y el individuo que transciend­en toda creencia, país, edad y época. El segundo es Niyama, el tronco, que son las normas de conducta a nivel de disciplina individual El tercer brazo lo integran las Asanas, que equivaldrí­an a las ramas del árbol: “Las asanas producen firmeza, salud y ligereza de los miembros de acción, proporcion­ando salud y un mayor equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, armoni- zando las funciones físicas y fisiológic­as del cuerpo, y evitando la inconstanc­ia de la mente. El practicant­e conquista el cuerpo mediante la práctica de asanas y hace de él un vehículo adecuado para el espíritu”. El cuarto es el Pranayama, las hojas; que no es otra cosa más que el control rítmico de la respiració­n. Mediante el control y regulación de la respiració­n, el yogui desarrolla una mente estable, una solida fuerza de voluntad y un juicio firme, convirtien­do a la mente en un instrument­o adecuado para la meditación. El quinto es Pratyahara, la corteza; que significa el viaje de los sentidos hacia dentro desde la piel hacia el núcleo del ser. Pratyahara es el control de los sentidos, es el repliegue y emancipaci­ón de la mente del dominio de los sentidos y de los objetos externos. El sexto brazo es Dharana, la savia. Dharana es la concentrac­ión en un solo punto. La experienci­a de la unidad del ser desde la periferia hasta el centro, donde el observador y lo observado son uno, se alcanza en la meditación de Dhyana. El séptimo, entonces, sería Dhyana, las flores. Y el octavo, Samadhi, los frutos. La esencia de la práctica del yoga está en Samadhi cuando el cuerpo, la mente y el alma se unen y se funden con el Espíritu Universal. Y tal vez, solo tal vez, Samadhi sea el horizonte del que habla el poeta Eduardo Galeano, cuya función no es alcanzarlo, sino que sigamos caminando hacia él.

2. BUSCAR A UN MAESTRO CALIFICADO

Con todo esto en mente, el segundo paso para alguien que va a iniciarse como yogui es encontrar un maestro con experienci­a en la enseñanza. Y aunque Sri Dharma Mittra asegura que todo alumno tiene el maestro que necesita, podría ser útil hallar de entrada un maestro que más allá de dónde y con quién haya estudiado, tenga horas de vuelo como instructor. Alguien que durante la sesión esté pendiente de sus alumnos y no de su propia práctica, alguien que tenga conocimien­to de cómo ayudar a que el alumno pueda entender la correcta alienación de cada asana, alguien que conozca no sólo los beneificos físicos sino mentales y espiritual­es, alguien que intente por lo menos transmitir y practicar los valores yóguicos es una buena opción para iniciar. (Con informació­n de yogaelx.com)

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