Saquen el vodka
Como no quiere hacer caso a esta columna, que tiene algo de cruz y del Pantera, donde se le sugirió que para medio empezar a alcanzar un decoroso quinto lugar tendría que correr a toda la bola de inútiles que tiene ahí medrando del presupuesto (JJ Rendón, el Nuño Artillero, la pinchi Sota, el hijo del gulag, Javier Lozano y ahora Vanessa Rubio, la hipsteriosa tecnócrata del momento), injertarse en Putin encuerado y salir a cazar a Chesarito Duarte ahora que abrió la temporada, el dotor Mit nada más anda dando tumbos como en canción de José José, con borrachos y con ilusos.
Y, peor aún, ya en un acto desesperado lo único que se le ocurrió fue prometer que bajo su gobierno iba a acabar con los corruptos, algo que no está muy bien visto en el PRIcámbrico temprano porque fundamentalmente saca de onda a los compañeros de sector y de partido. Está como Tintán en El rey del barrio, cuando se pone a gritar ¡Policía!, policía! en el billar del enano Tuntún y pide que se calle, que me espanta a la clientela porque todos los raterillos del rumbo salen disparados.
No se vale, y menos cuando los choznos de don Plutarco, que andan javiduvianamente preparándose para el año de Hidalgo. Digo, ya fue suficiente conque anduviera presumiendo su altísimo umbral del dolor con las traiciones del ex góber jarocho, como para que todavía ande asustando al personal prometiendo el fin del galano arte de saquear las arcas de la nación.
No se vale darle de patadas al pesebre, qué va a decir mi licenciado Peña y Virgilios que lo acompañan. Y menos mamar y dar de topes.
Ya para autosabotearse más a gusto lo único que le falta al dotor Mit es reclutar a Dante Delgado. Sobre todo para que el niño Wawis le haga su canción y luego en las conferencias de prensa se ponga como El Superportero de Derbez y calle a los reporteros porque no pueden hacer las preguntas que no están en el guión. Se parece tanto a Maduro que no puede engañarnos este agente naranja de la censura panda. Pobre Ricky Ricón Anaya, tener que aguantar esta monserga, pero no tiene la culpa el indio, sino el que ve sus películas.
Y espérate a que Los Chuchos se pongan flamencos y le exijan que les dé Gobernachong y Hacienda para despacharse con la cuchara grande. Ahí se dará cuenta de que para estas almas urgidas no hay oro de Moscú que alcance.
Así, al camarada Mit no le va a quedar de otra que echarle la culpa a la conexión rusa con una pequeña ayuda de los intelectuales orgánicos y, ya en el último de los casos, esconderse en las profundidades de una matrioshka.
Saquen el vodka. M