LAS UNIVERSIDADES DEBEN SER MOTOR DEL DESARROLLO CIENTIFICO
Las instituciones deben consolidar una política encaminada a fortalecer a sus investigadores para impulsar la generación de conocimiento
El desarrollo científico y tecnológico debe encontrar espacio suficiente y decisivo en las universidades públicas del país. El potencial científico que pueden desplegar tiene que expandirse y ser reconocido más allá del entorno académico.
La generación de conocimiento debe tender puentes hacia el sector productivo y hacia el sector público para detonar soluciones y acercamientos prácticos con los problemas de la sociedad.
Es, a decir de los especialistas, un nicho que las instituciones de educación superior no han terminado de descubrir y mucho menos de desarrollar.
Se trata, explican, de aprovechar el entorno en el que las nuevas tecnologías, los descubrimientos científicos y el crecimiento de nuevas áreas de oportunidad en el campo de la innovación se abren paso cada vez de manera más acelerada.
Y es que, ahora que las prioridades de la educación superior serán colocadas de nuevo sobre la mesa, para rediseñar el rumbo y cambiar algunas directrices, el impulso de la cienciaemanadadelasaulasuniversitarias no debe quedarse de lado.
Porque el impulso al desarrollo científico que operan las instituciones de educación superior debe ser apoyado, no solo de manera cuantitativa, a través de una mayor inversión, sino también mediante estrategias efectivas que aprovechen los resultados que generan.
Una verdadera política de innovación es una oportunidad inmejorable de crecimiento para las universidades públicas del país, lo cual o tiene que ser restrictivo debido a las actuales limitaciones presupuestales.
Tanto científicos en ciernes como investigadores consolidados y altamente capacitados confluyen en las instituciones de educación superior y son el principal activo en este escenario.
Para las universidades es un llamado de nuevo, aseguran los expertos,parainsertarseenlainnovación tecnológica que tanta falta le hec a diversos sectores del país.
Potencializar capacidades
De acuerdo con José Antonio Lazcano Ponce, subdirector adjunto del Desarrollo Tecnológico e Innovación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el país tiene una inmejorable opción de colocar el conocimiento como parte fundamental del desarrollo económico y con ello estar a la altura de un sistema de competencia internacional.
Para consolidar esta meta, dice, se tiene que instaurar una política adecuada de fomento económico centrada en la innovación de sectores estratégicos.
Y en esa ecuación, las universidades públicas y los centros de investigación deben jugar una parte muy importante para concretarla.
Uno de los principales factores que han frenado este desarrollo potencial es la inversión pública en el sector científico, la cual sigue estando por debajo de lo mínimamente recomendable.
Explica que el porcentaje de gasto del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a la investigación científica aún permanece por debajo del uno por ciento, mientras que en países como Corea del Sur, Irlanda o Suecia realizan inversiones mayores al cuatro por ciento.
Esto, sostiene, ubica al país, a pesar de los esfuerzos para detonar el crecimiento, en el lugar 57 en materia de innovación a nivel mundial, atrás de Chile y Costa Rica, por citar un ejemplo.
Y en eso, no queda otra más que impulsar la formación y el fortalecimiento del capital humano mediante el otorgamiento de becas, apoyos a académicos pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el sostenimiento de cátedras.
Lazcano Ponce apunta que entre los principales retos para dar un empuje decisivo a la innovación, se encuentra la construcción de un marco regulatorio que provea incentivos para la vinculación.
Sin embargo, en este esquema, la iniciativa privada tiene que jugar un papel mucho más decidido.
Además, ahonda, “es necesario articular una política pública de innovación entre diferentes financiadores e instrumentos, impulsar esfuerzos de la industria para promover actividades de investigación y desarrollo, así como estimular el desarrollo de una cultura de innovación entre los jóvenes mexicanos”.
A decir de Miguel Ángel Palomo, investigador de la Universidad AutónomadeNuevoLeón(UANL), las universidades están llamadas a ser el motor de la innovación.
Esto, explica, debido a que son las impulsoras sociales en el terreno de la innovación, la tecnología y la educación.
Para Rafael Palacios Bustamante, investigador y especialista en política y gestión de la innovación científica, hace falta lograr una mejor articulación entre los retos tecnológicos y sociales del entorno al que se enfrentan las instituciones de educación superior.
“Cuando se traslada ese concepto a la realidad latinoamericana encontramos una serie de barreras; hay que aprovechar que la
Uno de los principales retos es conseguir el financiamiento suficiente para los proyectos
tecnología y la innovación son dos imperativos y debemos transformarlos en desarrollo económico y social para un país”, dice.
Además, comenta, se deben definir los objetivos que debe tener el desarrollo científico porque en muchos de los casos se asocia solamente con la rentabilidad, pero no se toma en cuenta el impacto social, en la reducción de la desigualdad, que esto genera.
Por encima de limitaciones
María del Carmen Martínez Serna, directora general de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), las instituciones de educación superior tiene que apoyar y dar continuidad a los proyectos científicos que incidan en el entorno en el que interactúan.
El principal objetivo, señala, debe ser la solución y atención de los problemas y necesidades que permitan mejorar el estado y la región que les han dado cabido a las universidades públicas.
De lo que se trata, explica, es de evaluar los “diferentes escenarios y el impacto de los proyectos, profundizar en el conocimiento y su pertinencia para la solución e incidencia positiva en los problemas del entorno”.
Esto, dice, permitirá consolidar posgrados, propiciar una cultura de responsabilidad social y contar con ciencia pertinente para resolver problemas sociales.
Martínez de la Serna, apunta que la participación de académicos de diferentes disciplinas para la generación de diagnósticos más amplios y propuestas más transversales, es otro de los aspectos que deben impulsar las universidades.
“Hay que buscar el diálogo entre los centros académicos para esta propuesta que implicará el abordaje de problemáticas multifactoriales y programas más amplios”, considera.
Y es que, asegura, desde estas instancias se forman los investigadores, se estimula su gusto por la ciencia, se forma capital humano con pensamiento crítico para atender necesidades de una manera más objetiva, puntual y amplia.
Enesesentido,GabrielCastañeda Nolasco, Coordinador General de Innovación de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), apunta que actualmente no basta realizar investigación o hacerlo solamente motivados por mantener un estatus de investigador en el contexto universitario, sino que la sociedadrequiereunainvestigación con gran intencionalidad.
Añade que se debe crear una hoja de ruta, que permita incorporar “nuevos comportamientos, formas de pensar y reaccionar, así como un conjunto de prácticas por seguir, para mejorar el desarrollo institucional para optimizar las prácticas educativas y los procesos de investigación.
“Que profundicen en el conocimiento de la innovación social, desde su aplicación y la forma como logra transformar la sociedad, incluyendo sus agentes como fuentes de la innovación y no solo como sujetos de estudio”, apunta.
Reorientar el enfoque
En opinión de Elías Micha Zaga, coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Oficina de la Presidencia, todo pasa por la consolidación de una política de Estado en la materia.
Para ello, dice, es necesaria la participación de los estados y sobre todoenunapoyomuchomásdecidido a la ciencia y la tecnología.
“No hemos llegado al 1 por ciento del Producto Interno Bruto para ciencia, tecnología e innovación porque no todos contribuyen de la misma manera. Es necesario tener ideas audaces para que los estados y municipios puedan contribuir con un mayor recurso al financiamiento”, advierte.
Porque, agrega, “está clarísimo que este país nunca va llegar al uno por ciento si no hay una participación decidida de los estados”.
En ese sentido, José Antonio Lazcano Ponce, subdirector adjunto del Desarrollo Tecnológico e Innovación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), dice que frente a toda limitación presupuestal, se debe enfocar los recursos en proyectos estratégicos.
Además, se debe buscar el acercamiento y la firma de nuevos convenios con los consejos estatales de ciencia y salud.
“Contamos con una infraestructura superior a la de hace una década; el país debe procurar ser más competitivo en el mejoramiento de procesos o productos”, comenta.
Además, asegura Lazcano Ponce,desdeelámbitoeducativoesprecisopromoverlacapacitacióndirecta a profesores de educación básica.
“Sólo así nos encaminaremos a detonar el desarrollo nacional”, considera.
Para Ireri Suazo Ortuño, coordinadora de la Investigación Científica de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), se ha dejado de lado a la investigación científica y la innovación.
Apunta que sin investigación científica nacional, el país se rezagará en materia de desarrollo tecnológico y ésta se da en las universidades públicas.
Sostiene que en las instituciones de educación superior los científicos mexicanos deben acceder al financiamiento suficiente para estar a la vanguardia en materia de generación de conocimiento básico y aplicado.
Una labor, explica, que no debe dejarse de lado porque más allá de que las universidades están dando resultados en el número de investigadores reconocidos por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se trata de profesores-investigadores que transmiten al alumnado de primera mano los conocimientos fruto de su trabajo en los laboratorios científicos.
Es tiempo, argumenta, de fortalecer “la formación de recursos humanos altamente calificados que impactan en el desarrollo del país; las universidades deben consolidar una política encaminada a fortalecer a sus investigadores a través de mecanismos internos que fomentan la investigación científica”.